EL PRESENTE SIGLO MALO (Parte 9)
“Y cuando oigáis de guerras y de sediciones…” (Lucas 21:9)
En esta publicación estaremos viendo una de las profecías, de las que poco se habla, pero Jesús predijo que sería una de las señales antes del arrebatamiento de la Iglesia,
“Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.” (Lucas 21:9)
Además de las guerras, de las cuales escribí en publicaciones anteriores, está la señal de las sediciones. Éstas no son un estado de guerra como tal, pero implica conflicto y levantamiento social en contra del régimen establecido. Por lo general, se considera la sedición como un movimiento o una actitud que tiene una gravedad menor que una rebelión o una revolución. Fomentar organizaciones que se oponen a la autoridad, promover la resistencia al poder y realizar discursos públicos en contra del orden establecido son algunas acciones típicas de la sedición. En la época posterior a la resurrección de Jesús, en el año 70dC., hubo la sedición de los Zelotes en contra del Imperio Romano, lo que provocó la destrucción de Jerusalén y el destierro de los judíos por 1,878 años. De la misma manera, han tenido lugar muchas sediciones que han resultado en cambios de gobierno, modificación de las leyes, han aplacado el discrimen y la injusticia social, la voz de las minorías se ha hecho sentir. Otras han acabado en violentas represiones, muertes de civiles, masacres, destrucción de la propiedad pública y monumentos considerados patrimonio cultural de la humanidad.
Durante los últimos años, los alzamientos y sediciones han sido más numerosos, generalizándose por todo el mundo. A pesar de que a través de la historia se han dado muchas olas de protestas, las que ocurren en la actualidad son diferentes, debido a que tienen patrones de revuelta y tiene su origen en diferentes contextos nacionales y culturales. La mayoría de las protestas se combinan con otras causas, involucrando otras personas o grupos con agendas y modos operativos diferentes. Unos incluyen métodos radicales que promueven desorden, el caos y la destrucción de propiedad privada o pública y hasta muertes, otros son conservadores, que utilizan la protesta pacífica y razonable, otros son moderados, con fuerte retórica, pero comportamiento controlado. Por lo regular estallan de manera dramática, cuando se combina algún evento de indignación colectivo y frustraciones acumuladas a largo plazo.
Muchos recordamos las sediciones de la “primavera árabe” (2010-12) en el Medio Oriente, organizada para llevar la democracia a los países árabes y musulmanes. Comenzó en Túnez y se extendió por Libia y Egipto, provocando el cambio de sus gobiernos. También llegó a Siria, donde generó una guerra civil que continúa hasta el presente. Las marchas de la comunidad homosexual (LGBTT), reclamando derechos y privilegios, las protestas en contra del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, la destitución del Gobernador Ricardo Rossello, en Puerto Rico, protestas de las iglesias por injusticias sociales, como el aborto, discrimen religioso y muchísimas otras a través del mundo. Muchos le han llamado a esta época “la era de la ira”, por el descontento general que existe hacia las instituciones, los gobiernos, las condiciones laborales, el discrimen hacia la mujer, contra los ancianos e impedidos. Algunas de estas razones son justas y necesarias, otras son oportunismos de grupos que quieren adelantar su causa y ganar privilegios sobre otros. Al profeta Daniel se le dijo que este sería un tiempo de turbulencia social, donde habría inquietud de las personas buscando respuestas a los conflictos, habría desplazamientos de personas hacia otros lugares, a causa de las guerras y la pobreza en sus países de origen,
“Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.” (Daniel 12:4 )
Hay mucha información corriendo a través de las redes sociales, unas son muy buenas y edificantes, otras son falsas y malintencionadas. Tenemos que ser muy cautelosos y probar las fuentes de información, porque si no lo hacemos, podemos encontrarnos protestando y apoyando levantamientos sociales que ni siquiera sabemos la causa. La Palabra de Dios nos manda a no enredarnos en las turbulencias del mundo; no es que no podamos protestar por una causa justa en un momento dado, pero que lo hagamos de manera pacífica y ordenada,
“ Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.” (2 Timoteo 2:4)
“Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.” (2 Timoteo 2:23-26)
Tenemos que ser sabios y entender el momento que nos ha tocado vivir, asumiendo nuestra posición en el Cuerpo de Cristo; desde ahí podemos ser de bendición y aportar al rescate de tantas vidas que andan sin fe, ni esperanza por el mundo. Debemos ser facilitadores y no tropiezo para que otros conozcan el evangelio de Jesucristo,
“... manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.” (1 Pedro 2:12)
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