EL PRESENTE SIGLO MALO (Parte 8)
“... y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.” (Mateo 24:7)
En esta publicación estaremos viendo parte del dramático cumplimiento de las profecías, en el aumento de las enfermedades (pestes o plagas), el hambre y los terremotos por todo el mundo. Son condiciones que se han dado a través de la historia, pero Jesús profetizó que en los días finales de esta era, tendrían lugar con mucho más frecuencia, en mayor grado y a través del planeta. Hemos visto con el COVID-19 que las plagas, no solamente provocan la muerte de las personas, sino que destruyen la economia, la vida social de los pueblos y causan un ambiente de incertidumbre y desasosiego. La mayor parte de esas plagas son viruses que se introducen al núcleo de las células y no hay medicamentos que los puedan combatir. Lo que manda es la prevención y fortalecer el sistema inmunológico, para que el mismo cuerpo pueda luchar contra el virus, creándole un ambiente incómodo, obligándolo a salir. En el mejor de los escenarios, cuando salen desaparecen, pero en el peor, mutan y se vuelven más fuertes y resistentes a los tratamientos.
La plagas más letales de la historia han sido:
- La peste negra (1347- 1351 dC.)- Mató doscientos millones de personas; entre el 30-50% de la población europea y tardaron 200 años en recuperarse.
- La viruela (1520)- Aniquiló el 90% de los nativos americanos, causando también muchos estragos en Europa. Se calcula en 56 millones las muertes por esa pandemia.
- La gripe española (1918-19)- Dejó entre 40-50 millones de víctimas fatales.
- VIH/SIDA (1981- actualidad)- A pesar de que la medicina ha hecho avances para controlarla, esta plaga ha cobrado la vida de 25-35 millones de personas.
- COVID-19 Surgió en enero de este año y ya ha cobrado la vida de más de 200,000 personas, todavía no hay vacuna para esta enfermedad.
Han habido muchas otras pandemias durante los últimos cincuenta años, tales como: El cólera, la fiebre aviar, la fiebre porcina, el ébola, el SARS, entre otros. A pesar de que la cantidad de muertes ha disminuido, por el adelanto de la ciencia y el clamor de la Iglesia, la señal del aumento de las plagas está en desarrollo y no sabemos cuántas más azotarán al mundo antes del arrebatamiento. Esto es principio de dolores; el Espíritu Santo obrando a través de la Iglesia, juega un papel muy importante para minimizar los estragos que causan estas plagas, (2 Tesalonicenses 2:7-10). Las plagas naturales y las que son alteradas en laboratorios para ser usadas como armas biológicas, son parte del misterio de la iniquidad que pretende apoderarse del mundo. Se sospecha que la agenda es matar al 90% de la población mundial y el 10% que sobreviva, marcarlos con el chip de identificación personal (RFID) para tener control sobre las personas que vivan bajo el nuevo orden mundial.
El aumento del hambre en el mundo es otra de las señales profetizadas por Jesús. Sobre 820 millones de personas sufren hambre en el mundo y alrededor de 2000 millones sufren su amenaza. El hambre causa un inmenso sufrimiento y en ocasiones la muerte. Miles de niños mueren a diario, en todas partes del mundo. Aquellos que sobreviven la desnutrición infantil temprana enfrentan problemas de aprendizaje y salud por el resto de sus vidas. Las razones para el hambre son variadas; sin embargo, se supone que el planeta produzca alimentos para todos, no debería haber ninguna persona en el mundo que padeciera hambre, conforme al modelo original de la creación. Sin embargo el ser humano, en su ceguera espiritual, ha hecho mal uso de los recursos, lo que ha provocado grandes daños al ecosistema.
Las guerras son una de las causas principales por la cual los pueblos padecen hambre, ya que destruye la agricultura, los sistemas de agua y saneamiento son destrozados, los centros de ayuda médica quedan inutilizados y se dificulta la ayuda humanitaria.
El calentamiento global es otra importante causa del hambre. El uso de combustible fósil (petróleo y sus derivados) ha causado un grave daño a la capa de ozono en la atmósfera, dejando de filtrar los rayos ultravioletas del sol y provocando el sobrecalentamiento hasta las partes más profundas de la tierra. Este aumento de temperatura provoca graves sequías y el aumento del desierto en diferentes partes del mundo se hace evidente en mayor extensión de terreno e intensidad. Se han hecho muchos esfuerzos por mitigar el hambre en el mundo, pero se ha hecho difícil, debido a las condiciones del cambio climático y las guerras en diferentes partes del mundo.
En América Latina alrededor de 42.5 millones de personas están subalimentadas (6.5% de la población). En el Caribe la cifra se dispara a 16.5%, mayormente en países como Haití, Cuba, República Dominicana, donde los niveles de pobreza de la población regular no les permiten acceso a una buena alimentación.
Sería posible erradicar el hambre si las riquezas del planeta se distribuyeran de manera equitativa; si las personas que tienen grandes riquezas aportaran a esta causa, se podría trabajar en el reacondicionamiento de la tierra, trayendo agua de diferentes fuentes, a través de sistemas de irrigación en cadena, tal como hizo Israel cuando recuperó su tierra en el año 1948. Pero sabemos que eso está fuera de la realidad, porque los que tienen mucho se olvidan de los que no tienen, lo que nuevamente nos hace ver que la causa de la miseria en el mundo se debe a la misma insensatez y avaricia de los seres humanos.
Ya Dios lo había anticipado, cuando le dijo a Adán que a causa del pecado, la tierra se convertiría en un lugar difícil para vivir,
“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.” (Génesis 3:17)
Esto se ha visto a través de la historia y mucho más en estos tiempos finales. Pero no todo está perdido, porque Dios está dispuesto a escuchar el clamor sincero de su pueblo y traer restauración, “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14)
No todo el mundo está dispuesto a aceptar estas condiciones de Dios, por lo cual el hambre seguirá siendo una señal de los últimos tiempos, sin embargo, para las personas, familias y pueblos que obedezcan el llamado del Señor, habrá provisión y abundancia.
Los terremotos son otra señal importante de los últimos tiempos, el Señor ha dicho en su palabra que los terremotos y otras catástrofes naturales irán en aumento, a medida que se acerca su venida. (Marcos 13:8; Mateo 24:7)
En los últimos años ha subido la frecuencia y la magnitud de los movimientos sísmicos, aún en lugares que no se consideraban de riesgo sísmico.
Los temblores de tierra son resultado de alteraciones y cambios naturales que ocurren en la superficie de la tierra provocado por inmensas grietas, de gran profundidad, que corren por debajo de la corteza terrestre, tanto en la profundidad de los océanos, como por debajo de los continentes.
A medida que el tiempo avanza y el sobrecalentamiento global sigue acumulándose, la presión de calor desde el centro de la tierra se hace evidente en desastres naturales, como los terremotos, erupción de volcanes, descongelamiento glaciar, aumento en el nivel de los océanos, huracanes y tornados de gran intensidad en algunas regiones, sequías extremas en otras, surgimiento de nuevos viruses que pueden ser mortales, hasta cambios en la psiquis humana, por lo que los problemas emocionales y mentales van en aumento constantemente. La misma naturaleza busca su equilibrio y convulsiona, (Isaías 24:19-23).
En la actualidad tenemos el volcán más grande del mundo en el estado de Wyoming, USA.; se trata del volcán de Yellowstone, este es un volcán grado 8 en la escala de 8, del Índice de Explosividad Volcánica y ha hecho erupción tres veces en los últimos 2,1 millones de años; su erupción más reciente ocurrió hace 640.000 años. Una erupción en Yellowstone no se parecería a nada que haya visto la humanidad anteriormente.
Al día de hoy, se mantiene muy activo y preocupando a los expertos. Previo a la explosión se presentarían terremotos cada vez de mayor intensidad, señal de que el magma debajo de Yellowstone sube apresuradamente hacia la superficie. Luego el magma saldría proyectado desde el suelo en una erupción descomunal, descargando los gases tóxicos de las entrañas de la tierra en el aire. Esto continuaría durante días y Yellowstone quedaría sepultado en lava dentro de un radio de más de 60 kilómetros.
Los vulcanólogos creen que la erupción del volcán enterraría amplios trechos de Colorado, Wyoming y Utah bajo una capa de 90 centímetros de ceniza volcánica tóxica. Se perderían las cosechas; los pastizales se contaminarían; los cables de alta tensión y los transformadores eléctricos quedarían inservibles, lo cual podría afectar gran parte de la red eléctrica. Las placas tectónicas más temibles, como la falla de San Andreas, serían desplazadas, dando lugar a terremotos cataclísmicos, en cadena con otras fallas de la región, las cuales harían desaparecer las islas del Caribe y los montes. Todo el hemisferio occidental (desde Canadá hasta Argentina) se vería sumido en el desastre. Por esta razón es que no vemos a Estados Unidos mencionado en los eventos del fin. Quedarán tan afectados en todos los niveles, que no tendrán la capacidad de levantarse para ser parte del nuevo orden mundial. Los efectos de esta gran erupción se mencionan en el juicio del sexto sello, (Apocalipsis 6:12-17). Será tan grande y espantoso lo que sucederá, que las personas se darán cuenta de que el “día de la ira de Dios ha llegado.”
Los modelos de los meteorólogos han revelado que la nube volcánica podría propagarse a nivel global, si la erupción ocurriera durante el verano. Conforme la nube tóxica bloquee la luz solar, las temperaturas mundiales promedio podrían caer significativamente y no volver a la normalidad durante varios años. La lluvia se reduciría de forma pronunciada. Eso podría ser suficiente para desencadenar el final de las selvas tropicales y la agricultura colapsaría. Sería la mayor catástrofe desde los albores de la civilización.
Quiero recordarte que la Iglesia verdadera no pasa por ese tiempo, tiene que ser arrebatada antes de que empiece cualquier evento mencionado desde el capítulo 4:1 de Apocalipsis en adelante. No olvidemos que ese es un “tiempo de ira” y no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 5:9)
Hay una hermosa promesa de Jesús para su pueblo fiel, “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.” (Apocalipsis 3:10,11)
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