EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA (Parte 3)
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
(1 Tesalonicenses 4:16-17)
El arrebatamiento de la Iglesia nunca se enseñó en el Antiguo Testamento, aunque fue prefigurado en los casos de personas que Dios se las llevó vivas al cielo, como indicamos en la pasada publicación. Sin embargo ningún rabino judío se imaginó la formación de un cuerpo de creyentes llamado “La Iglesia” y que la misma sería removida de la tierra antes de comenzar el período de la tribulación. El apóstol Pablo lo llamó “un misterio”, porque no estaba contemplado en la escatologia judía,
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:51-52)
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.” (1 Timoteo 3:16)
Los judíos llegaron a pensar que eran los únicos elegidos para salvación y que era abominación juntarse en manera alguna con gentiles (no judíos). Este fue uno de los grandes dilemas que tuvo que superar el apóstol Pedro cuando llegaron mensajeros de parte de Cornelio, pidiéndole que fuera a llevarles la Palabra de Dios,
“Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar.” (Hechos 10:28-29)
“¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.” (Romanos 3:29-30)
Recordemos que todas las promesas de Dios a través de Abraham, para Israel, se hicieron en términos terrenales: Un pueblo escogido, una tierra prometida y una simiente a través de la cual serían benditas todas las naciones de la tierra,
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”
(Génesis 12:1-3)
(Génesis 12:1-3)
Nunca se habló de la formación de la Iglesia, compuesta por judíos y gentiles; tampoco se enseñó del arrebatamiento; ni siquiera se especificó que el Mesías sería de origen divino, aunque en otras profecías se da a entender. El Señor no entró en detalles de este tipo con la nación de Israel porque no era necesario, ya que este es un misterio que sería revelado con la aparición de Jesucristo.
En el lenguaje bíblico, cuando se habla del pueblo escogido, se refiere a la nación de Israel; en cambio, cuando se habla de la Iglesia, se le llama: Linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, la desposada del Cordero, (1 Pedro 2:9: Apocalipsis 19:7-8). La composición de la Iglesia no se limita a la nación de Israel, sino que abarca a todas las personas a través de todo el mundo que ponen su fe en el unigénito Hijo de Dios,
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”
(Juan 3:16-17)
(Juan 3:16-17)
El plan divino con Israel corre paralelo a la Iglesia y compartimos muchas promesas, pero Israel avanza hacia un reino terrenal, con promesas eternas, pero terrenales, (Isaías 65:17-25). En cambio, la Iglesia avanza hacia un reino espiritual, donde se incluye el arrebatamiento, la glorificación de nuestros cuerpos, la encomienda de ser reyes y sacerdotes sobre la tierra, instruir y capacitar a la nación de Israel para la ejecución de las leyes divinas sobre el mundo. La Iglesia, en cierto sentido, sustituirá el espacio dejado por los ángeles que se rebelaron con Satanás,
“Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo.” (Mateo 22:30)
“¿... no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Corintios 6:2,3)
Esta diferencia entre el plan para Israel y la Iglesia explica porqué son resucitados en dos etapas diferentes. La Iglesia, los que vivieron desde el sacrificio de Jesús serán resucitados en el arrebatamiento, pero los que vivieron desde la ley de Moisés hasta Cristo resucitarán en la segunda venida de Jesús, al final del período de la tribulación, junto con los mártires de ese tiempo.
Recordemos que la resurrección tiene varias fases: Primero Cristo y luego los que son de él en su venida,
“ Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” (1 Corintios 15:23-26)
Por eso, el proceso de la resurrección tendrá lugar por partes, cada una abarca un grupo, tiene un propósito y se realizará en lugares diferentes: La Iglesia en el arrebatamiento, los salvos de la nación de Israel, junto con los mártires de la tribulación, en la segunda venida; luego, después del milenio, los condenados y los salvos por conciencia, en el juicio del trono blanco. En otras publicaciones hablaremos con más detalles sobre estas resurrecciones.
También debemos entender que en la vida de la Iglesia, no existe distinción entre judíos y gentiles. El judío que se convierte a Cristo pasa a formar parte de la Iglesia, constituida por personas de todas las naciones,
“ … donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos…” (Colosenses 3:11)
“... y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación…” (Apocalipsis 5:9)
En cambio, el linaje judío es importante para efectos de la nación de Israel, la cual será constituida capital del reino mesiánico,
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.” (Isaías 2:2-4)
Dios garantiza la supervivencia de la nación hasta su venida, a pesar de tantos intentos del enemigo para destruirlos,
“... así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. De cierto os digo, que no pasará esta generación (raza o nación) hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”
(Lucas 21:31-33)
(Lucas 21:31-33)
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.” (Romanos 11:25-26)
Sin embargo, no garantiza la salvación individual para los judíos que no caminen conforme a la fe que tuvo Abraham en el Dios único,
“... porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.” (Romanos 9:6-8)
“... Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.” (Romanos 2:28-29)
Es importante entender estas diferencias, para no confundirnos en la interpretación de las profecías. Ante las maravillas que Dios está haciendo con Israel y la Iglesia, no debe extrañarnos la gran furia de Satanás contra Israel y la Iglesia,
“... y cuando vio el dragón (Satanás) que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer (Israel) que había dado a luz al hijo varón (Jesucristo)... Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (la Iglesia).” (Apocalipsis 12:13,17)
Sin embargo, tenemos la seguridad de parte del Señor, que tenemos la victoria ante toda circunstancia y su poder está con nosotros cada día para ayudarnos a vencer,
“Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” (Hebreos 10:37-39)
Continuará…
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