EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA (Parte 2)
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1 Tesalonicenses 4:16,17)
El arrebatamiento de la Iglesia es un evento único en la historia en términos colectivos. Hay unos antecedentes históricos de personas que fueron arrebatadas al cielo para no ver muerte, como es el caso de Enoc: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios, (Génesis 5:24)
Algo semejante sucedió con Elías: “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino, (2 Reyes 2:11).
Estos son los únicos seres humanos que no han visto muerte; algunos creen que regresarán en el período de la tribulación, como los dos testigos que profetizarán por 1,260 días sobre Jerusalén, aunque no tiene que ser así necesariamente. En otra publicación hablaremos sobre estos testigos.
Se registran en las Sagradas Escrituras otros eventos de personas que fueron trasladadas milagrosamente de un lugar a otro, como es el caso del profeta Ezequiel:
“Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén... (Ezequiel 8:3)
El propio Jesucristo fue elevado al cielo desde el Monte de los Olivos: “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. (Hechos 1:9)
El diácono Felipe fue traspuesto después de haber bautizado al funcionario etiope: “Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino, (Hechos 8:39).
El apóstol Pablo experimentó algo parecido cuando fue llevado al tercer cielo. Él no pudo precisar si fue en el cuerpo o fuera del cuerpo: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades.” (2 Corintios 12:2-5).
No debe extrañarnos que Dios repita lo mismo en forma colectiva con la Iglesia del Señor. Algunas personas han cuestionado la manera en que el Señor resucitaría a personas que murieron hace mucho tiempo y de las cuales ya no queda, sino polvo. Para la respuesta a esa pregunta tenemos que referirnos a las palabras del apóstol Pablo,
“Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo.” (1 Corintios 15:35-38)
Los seres humanos estamos compuestos de espíritu, alma y cuerpo. El espíritu es el que da vida, conciencia espiritual y eternidad; el alma tiene todos los recuerdos, sentimientos y rasgos físicos y el cuerpo es el traje temporal que tenemos para movernos en esta vida terrenal. Por lo tanto, Dios no tiene que recoger las partículas del cuerpo físico para reconstruirlo, porque el hombre interior (espíritu y alma) tiene toda la data de lo que la persona es. De manera que el Señor dará el cuerpo glorificado conforme a la personalidad de cada individuo. Recordemos la historia del rico avaro y Lázaro el mendigo; el rico avaro pudo reconocer desde el Hades a Lázaro en el seno de Abraham; sus recuerdos estaban intactos, porque le preocupaba que su familia también se perdiera, (Lucas 16:19-31).
También recordemos que los discípulos pudieron reconocer a Elías y a Moisés hablando con Jesús en el monte de la transfiguración. Aunque no vivieron para el tiempo que ellos ministraban, pudieron identificarlos, (Mateo 17:1-8).
Estos ejemplos nos hacen ver que el mundo espiritual es muy real, las personas que parten de esta vida no quedan como un humo flotando en el aire. Los que seamos salvos podremos reconocernos, los recuerdos permanecerán, aunque el sentimiento será transformado, ya que es un plano superior, con un nivel mucho mayor de entendimiento. No habrá pesar por los que se perdieron, porque entenderemos perfectamente el sentido de la justicia divina y que ellos recibieron sus oportunidades, pero la despreciaron.
En el plano celestial existen estructuras muy bien elaboradas y establecidas, tales como casas, calles, vegetación, el trono del Padre, el río de agua de vida, caballos blancos y mucho más. No habrá lugar para el aburrimiento, habrá trabajo con sentido, propósito y productividad.
Dicen las escrituras proféticas que cuando Jesús regrese a buscar su Iglesia, dará la orden con voz de mando, voz de arcángel y con trompeta de Dios. Es importante notar que éste será un comando que se escuchará solamente en el plano espiritual, el mundo no lo escuchará, solamente verán su efecto al ser arrebatada la Iglesia. El apóstol Pablo menciona que se tocará más de una trompeta,
“... en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados…” (1 Corintios 15:52)
En el antiguo Israel, cuando acampaban en el desierto, se estableció por orden divina que se tocaran varias trompetas, con diferentes propósitos: La primera se tocaba para convocar asamblea y reunir a los príncipes y líderes de cada tribu para la logística de movilizar los campamentos hacía la siguiente estación. Era como un llamado a la unidad y trabajo de equipo. Una vez completada esta etapa, se tocaba una segunda trompeta, para movilizar los campamentos,
“Jehová habló a Moisés, diciendo: Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillo las harás, las cuales te servirán para convocar la congregación, y para hacer mover los campamentos.” (Números 10:1,2)
Cuando las trompetas iban acompañadas con sonido de alarma, significaba una convocación para la guerra contra los enemigos,
"Y cuando saliereis a la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare, tocaréis alarma con las trompetas; y seréis recordados por Jehová vuestro Dios, y seréis salvos de vuestros enemigos." (Números 10:9)
Estas trompetas prefiguran los movimientos del Señor, con su pueblo, en el mundo espiritual; podemos decir con toda certeza que la primera trompeta ya está sonando, llamando al pueblo de Dios a la consagración, la unidad y la evangelización. Dios demanda de su pueblo que abandonen la competencia y el protagonismo, que podamos entender que trabajamos para un mismo Señor y todas las naciones deben mirar a Él para ser salvas, no a la figura de un hombre,
“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.” (Isaías 45:22)
En cualquier momento sonará la segunda trompeta, para levantar el campamento espiritual del Señor (la Iglesia) hacia las esferas celestiales. Por esto el apóstol Pablo dijo: “A la final trompeta”. Algunos intérpretes de la profecía piensan que Pablo se refería a los juicios de las trompetas en el Apocalipsis; en ese caso colocan el arrebatamiento en la séptima trompeta, a la mitad del período de la tribulación. Sin embargo, los juicios de las trompetas no tienen que ver con la Iglesia, porque son trompetas de guerra (con sonido de alarma) que indican que el Señor se levanta de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra Él,
“Porqué he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.” (Isaías 26:21)
Tenemos que estar muy conscientes del mover de Dios en nuestras vidas, de manera que podamos caminar al paso de Él y aportar con la parte que nos corresponde.
Continuará…
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