Friday, June 26, 2020

EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA (Parte 6)

EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA (Parte 6)
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?...” (Apocalipsis 5:1,2)   

El tercer evento trascendental que ocurrirá en el cielo con la Iglesia es la apertura de los sellos, y por ende, el inicio del período de la tribulación en la tierra. De manera que tenemos dos cuadros opuestos: En el cielo la alegría, la paz y la celebración de los redimidos y en la tierra, tribulación y angustia, cual el mundo no ha conocido, ni conocerá después. 

Por esta razón, el apóstol Juan notó que en el trono de Dios habían relámpagos, voces y truenos, sin embargo delante había un mar semejante al vidrio, limpio como cristal,
"Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal..." (Apocalipsis 4:5,6) 

Esto tiene que ver con el doble aspecto de la revelación,
“Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder…” (2 Tesalonicenses 1:6,7) 

Debemos tener claro que los eventos con la Iglesia en las esferas celestiales tendrán lugar simultáneamente al período de la tribulación en la tierra. La transformación de nuestros cuerpos mortales no borrará la memoria de lo que fuimos, ni lo que experimentamos en esta vida; solamente el sentimiento es cambiado, porque nuestra pequeña choza es cambiada por un gran edificio espiritual, donde la comprensión y el conocimiento se abre en su totalidad y el sentimentalismo humano es sustituido por la plenitud del carácter de Dios. Esto lo podemos ver con toda claridad a través del libro de Apocalipsis, donde notamos que la Iglesia está a la expectativa del desarrollo de los juicios de Dios sobre el mundo, con plena conciencia de los eventos que suceden, entendiendo que es el justo pago de Dios sobre la humanidad impenitente y celebra la victoria del Señor sobre los poderes de las tinieblas,
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos….” (Apocalipsis 5:5) 

“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (7:13,14)

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.” (11:15-18)   

“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!” (19:1-4)

Se muestra la figura de Jesucristo representada por un Cordero que parecía haber sido inmolado. Esta es la razón por la que Él es el único digno de abrir el libro de los siete sellos que van dirigidos a purificar la tierra de la maldad y dar paso al reino eterno de Dios. Jesús es la gran piedra que Nabucodonosor vio descender del cielo para golpear y destruir los reinos del mundo y establecerse como un reino de justicia, paz y verdadera prosperidad, 
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.” (Daniel 2:44,45) 

El apóstol Juan vio al Cordero en medio del trono del Padre, los cuatro seres vivientes y los ancianos. Esto nos recuerda que el testimonio de Jesús es lo que da vida y sentido a la profecía; Él es el centro del plan redentor de Dios, todo apunta hacía su vida y obra,
“Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.” (Apocalipsis 19:10) 

Pudo notar siete cuernos, lo que nos habla de su omnipotencia. El número siete indica plenitud, universalidad y los cuernos simbolizan poder, gobierno y fortaleza. También nos describe que tiene siete ojos que representan la obra del Espíritu Santo por toda la tierra; es el agente de Dios para hacer cumplir la obra del sacrificio de Jesús:Trae convicción sobre los que no le conocen, produce el nuevo nacimiento en los que reciben a Jesus como Salvador, guía a los creyentes en la verdad de la Palabra de Dios, los consuela y fortalece en los momentos de debilidad,
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” (Juan 16:7-11)   

En un momento de extrema solemnidad, Jesús toma el libro de los siete sellos de la mano derecha del Padre, lo cual indica una acción poderosa e inmediata,       
“Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” (Apocalipsis 5:7-10)   

Notamos que cuando Jesucristo recibe el libro de la mano del Padre, los seres vivientes y los 24 ancianos se postraron para adorarlo, teniendo arpas y copas de oro en sus manos. Las arpas nos hablan de la perfecta paz y armonía de la Iglesia en su estado de glorificación. Este instrumento fue usado por David cuando el rey Saúl era atormentado por demonios; Dios traía alivio a la vida de este hombre arrogante y envidioso cuando David, el blanco de su animosidad, tocaba el arpa. También fue un instrumento musical muy usado en el templo para adorar a Dios. 
Las copas de oro simbolizan la calidad de la vida espiritual de los redimidos; son gente consagrada, maduros espiritualmente, probados. Ni una de sus oraciones cayó por tierra, porque supieron honrar a Dios por encima de sus propias vidas. En su adoración proclaman la soberanía, el poder y el dominio de Jesús sobre toda la creación, a raíz de su muerte sacrificial que hizo posible la redención para la humanidad,
“... y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:8-11)

“Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” (Apocalipsis 5:9,10)   

A la adoración se unen los ángeles, los cuales junto a  los seres vivientes y la Iglesia hacen un numero incontable (millones de millones). Notemos que no dice millones y millones, sino millones de millones o sea millones veces millones, lo cual se hace inexpresable en nuestro vocabulario. La creación misma se une en la adoración,
“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.”

Obviamente se excluyen de esta adoración los rebeldes contumaces que estarán trabajando duramente para evitar que Jesús regrese a reinar sobre el mundo,
“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.” (Apocalipsis 17:14)

De manera que la Iglesia estará presenciando y celebrando el justo juicio de Dios sobre el mundo y su victoria sobre Satanás y sus seguidores. Esto será así, hasta que al final del período, se disponga a regresar con Jesús para establecer el Reino eterno de Dios en el mundo. De esto estaremos escribiendo en las próximas publicaciones.          

No comments: