Sunday, June 27, 2021

 


Condenación de la Gran Ramera (Parte 7) Integración de iglesias evangélicas apóstatas

“He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.” (Apocalipsis 3:14-18) 

El mensaje de Jesús a la iglesia de Laodicea nos muestra la defecación doctrinal que se ha desarrollado por muchos años a través de líderes corruptos que son descritos en las sagradas escrituras como gente cuyo dios es su propia satisfacción, sin importar el daño que le hacen a la obra de Dios,

“Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.” (Filipenses 3:18,19)

Esta lamentable condición estaba prefigurada en la parábola de Jesús sobre la semilla del grano de mostaza,

“El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.” (Mateo 13:31,32)

Las aves de los cielos que vienen y hacen nido representan pájaros de rapiña o individuos que llegan a los concilios o iglesias y por su preparación académica y elocuencia se acomodan en puestos de liderazgo para hacer cambios o modificaciones que les beneficie en lo personal o para cualquier grupo al que respondan sus intereses. Esto lo hacen de manera muy sutil con tácticas de manipulación muy diversas,

“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme…   

Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad…

Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción.” (2 Pedro 2:1-3;14,15; 18,19) 

Las escrituras proféticas truenan contra este tipo de personas y les envía una severa advertencia, de manera que los creyentes sinceros que aman de corazón al Señor no sean arrastrados por sus engaños,

“¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos…

Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho.” (Judas 1:11,12; 16)

Muchas de sus congregaciones están llenas de creyentes adormecidos que piensan estar en el lugar correcto, porque se les brinda lo que ellos desean en su humano entendimiento (Laodicea: Lao=gente, dicea=dicen). En este tipo de iglesia se relega a un segundo plano la pureza de la doctrina del Señor, tildándola de arcaica y obsoleta, a la vez que establecen la nueva mentalidad, cargada de conceptos humanistas, gnósticos y ocultistas. Las personas llegan a pensar que las cosas se obtienen por confesar, declarar, decretar, sin importar la calidad de su vida espiritual. Se sustituye la obediencia y fidelidad a Dios por técnicas psicológicas de asentamiento intelectual, 

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.” (1 Pedro 5:2,3)

Jesús es el modelo del buen pastor, a la vez establece la diferencia entre los buenos pastores y los que solo están pendiente a su ganancia material, 

“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen…” (Juan 10:11-14) 

Debemos cuidarnos de medir la prosperidad de los creyentes por la cantidad de bienes materiales que poseen. La avaricia es una de las condiciones que ha hecho perder a más personas a través de la historia, 

“Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee…” (Lucas 12:15) 

“... gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1 Timoteo 6:6-10)

“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.” (Santiago 5:1-6)

“¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Marcos 11:17) 

“Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Lucas 19:45,46)  

Examinando estos pasajes podemos entender algunas razones por las que este tipo de iglesias corren hacia el período de la tribulación y son asimiladas por la gran ramera, formando así BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. 

CONTINUARÁ… 


Friday, June 4, 2021


 CONDENACIÓN DE LA GRAN RAMERA: El cáliz infernal (Parte 6)
“... y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.” (Apocalipsis 17:4,5)

Durante las pasadas publicaciones hemos visto algunos detalles que ofrecen las Sagradas Escrituras sobre el misterio de la gran ramera; su origen, su trayectoria y desarrollo a través de la historia. Hoy estaremos viendo el simbolismo que encierra el cáliz de abominaciones e inmundicias que porta en su mano. 

Es impresionante notar que la religión romana utiliza un cáliz de oro para oficiar la “cena del Señor” en sus misas. Sería difícil entender el alcance de las ofensas que ese sistema realiza contra Dios si no examinamos las repercusiones de lo que profesa y representa. Evidentemente, las abominaciones hace referencia a todas las prácticas y enseñanzas que insultan a Dios y provocan su ira. La lista de dichas doctrinas sería interminable, pero solamente mencionaremos dos en el sector catolico y dos por la parte de los evangélicos apóstatas:        
1- Declarar al Papa como vicario de Dios en la tierra (Vicarius Filii Dei)- El único vicario de Dios fue Jesucristo, en su ministerio terrenal y luego de su resurrección nos dejó su Espíritu Santo. Un vicario es un representante con la misma dignidad y poder del que lo envía; declarar al Papa vicario de Dios es reducir al Espíritu del Señor a la categoría de un simple mortal. Este título le otorga al Papa soberanía sobre sus seguidores en todo el mundo; además le concede la autoridad como jefe de estado, lo que le permite viajar a casi cualquier país del mundo y ser recibido como un dignatario. Sin embargo, es una presunción totalmente inaceptable para Dios; raya en una terrible blasfemia que puede ser imperdonable,   
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” (Mateo 12:31,32) 

Este tipo de blasfemia consiste en rechazar o reemplazar al Espíritu Santo intentando imponer otro patrón de conducta a la establecida por Dios mismo. La persona que blasfema al Espíritu es la que rechaza de manera consciente y consistente la verdad de Dios que le es revelada; expulsa de su vida toda posibilidad de ser redargüida y llevada a una verdadera relación con el Señor. El individuo cae en un estado de ceguera espiritual donde viendo no ve y oyendo no entiende, ni le interesa, porque queda ciego del camino que conduce a la la vida y su entendimiento es entenebrecido,
“Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible…”  (Romanos 1:21-23) 

Hay una gran diferencia entre ser un representante de Dios a ser un vicario. Por ejemplo, Jesús fue el vicario de la humanidad en la cruz, porque estando en nuestra misma condición humana, nos reemplazó, padeciendo el castigo que merecían nuestros pecados. Por otro lado, los discípulos del Señor somos sus representantes en la tierra y nos movemos proclamando las virtudes del que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.  
   
Jesús nos prometió su Espíritu Santo como Consolador, vicario o sustituto para hacer morada en nuestras almas y guiarnos a toda verdad, 
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:15-17) 

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14:26)

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (Juan 16:13)
 
No hay duda de que en la obra de Dios hay un orden y el Señor estableció líderes con ministerios dirigidos a la educación y fortalecimiento de su pueblo,
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo…” (Efesios 4:11-15) 

Sin embargo, Jesús advirtió sobre el peligro de los monopolios religiosos en su pueblo,
“... vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo....” (Mateo 23:8-11) 

2-La deificación de María como reina del cielo, corredentora con Cristo y madre de Dios- Recordemos que Dios no fue creado por mujer u hombre alguno. Él es el Creador de todo; María solamente fue el instrumento que el Espíritu Santo utilizó para gestar el embrión divino, el cual vino preparado desde el cielo, sin intervención humana; de esta manera, Jesús no hereda la simiente pecaminosa de la humanidad y viene a ser el Cordero perfecto para el sacrificio redentor. 

María era ciertamente una mujer piadosa grandemente bendecida por haber sido elegida para dar a luz al Salvador del mundo, pero ella no era divina, ni estaba libre de pecado, ni debe ser adorada, venerada, ni se le debe orar. 

Todos los seguidores del Señor rechazan la idea de ser adorados. Pedro y los apóstoles se negaron a ser adorados (Hechos 10:25-26; 14:13-14). Los santos ángeles se niegan a ser adorados (Apocalipsis 19:10; 22:9). La respuesta es siempre la misma: ¡Adorad a Dios! Ofrecer adoración, reverencia o veneración a alguien que no sea Dios, no es otra cosa que idolatría. Esto quita la atención y la fe de las personas de la única fuente de bien que puede existir y los lleva a buscar en lugares equivocados donde mueren espiritualmente,
"No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios..." (Éxodo 20:4,5)

“Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” (1 Corintios 10:20,21)  

Las palabras de María en su "Magníficat" (Lucas 1:46-55) revelan que nunca pensó de sí misma como "inmaculada" y merecedora de veneración, sino que dependió de la gracia de Dios para la salvación,
"Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen..." (Lucas 1:48-50) 

María no puede en manera alguna interceder por nosotros ante el Señor, porque el único que media entre los seres humanos y Dios es Jesucristo, en virtud de su muerte sacrificial, 
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos…” (1 Timoteo 2:5,6) 

“... yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.” (Juan 5:34)   

Sólo los pecadores necesitan a un Salvador, y María, como parte de la raza humana,  reconoció esa necesidad en sí misma. Recordemos que el pecado adámico afectó a toda la raza, sin excepción y una de las cosas más importantes que tenemos que comprender es que necesitamos la cura para esta condición y la encontramos en el sacrificio redentor de Jesucristo por nosotros. 

Continuará…