EL PERÍODO DE LA TRIBULACIÓN (Parte 2)
“... He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” (Apocalipsis 5:5)
El tiempo de la tribulación se está anunciando hace mucho tiempo y muchos han llegado a pensar que son historias inventadas por los cristianos para meter miedo y manipular,
“... en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.” (2 Pedro 3:3,4)
Pero debemos entender que Dios tiene todo el poder y la prerrogativa de hacer las cosas cuando sabe que son necesarias,
“... en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.” (2 Pedro 3:5-7)
El concepto del tiempo para Dios no siempre es el mismo de la perspectiva humana,
“... no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (2 Pedro 3:8)
De algo podemos estar muy seguros, Dios no fallará en cumplir todo lo que ha prometido porque es fiel y su aparente tardanza es una oportunidad para que muchos le conozcan y sean salvos,
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9)
“Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación…” (2 Pedro 3:15)
Es más probable que alguna de las leyes naturales falten antes de que las palabras del Señor se dejen sin cumplir,
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Mateo 24:35)
Evidentemente estamos tratando con un Dios todopoderoso y omnisciente; todo lo que ha dicho, vendrá a su perfecto cumplimiento en el momento indicado. En cuanto a nosotros, nos toca desarrollar una comunión íntima con El cada día y pedirle que nos prepare, para que en el día del arrebatamiento podamos ser parte del pueblo que se levanta,
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” (Lucas 21:34-36)
En el libro de Apocalipsis, se describen los castigos de Dios sobre el mundo en tres grupos de siete juicios cada uno, en otras palabras, veintiuno. Algunos de ellos serán cataclísmicos y afectarán la geografía del mundo como lo conocemos hoy. Se pueden resumir de la siguiente manera:
- Siete sellos- Decretos divinos que tienen que ver con la estructura política de Israel y las demás naciones.
- Siete trompetas- Alarmas de guerra que le anuncian al mundo que Dios está guerreando contra ellos.
- Siete copas- Juicios del Señor directamente contra el reino del anticristo y sus seguidores.
En la primera secuencia leemos sobre la apertura de los sellos; Juan vio en la mano del Padre un documento legal, cerrado con siete sellos. Es un libro de extrema confidencialidad e importancia, que determina el rumbo a seguir en los planes de Dios para el mundo,
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.” (Apocalipsis 5:1)
Nadie poseía la dignidad que se requería para abrir ese libro y desatar sus sellos, ni en el cielo, ni en la tierra,
“Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.” (Apocalipsis 5:2,3)
Juan lloraba mucho, porque pensaba que el plan de Dios se detendría allí y la causa estaba perdida,
“Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.” (Apocalipsis 5:4)
Uno de los ancianos lo reconforta cuando le dice que solamente Jesús, el Cordero inmolado era digno de abrir el libro y darle continuidad al plan de Dios. Su sacrificio por la humanidad lo califica perfectamente para esta misión,
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” (Apocalipsis 5:5)
El apóstol Juan pudo observar cuando Jesús abrió el primer sello; este es el inicio del período de la tribulación,
“Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.” (Apocalipsis 6:1,2)
Se puede apreciar la figura del anticristo surgiendo en el escenario mundial, con la apariencia de un hombre de paz, sabiduría y justicia (montado sobre un caballo blanco) quien mediante la elocuencia y diplomacia subirá al trono del mundo (arco sin flecha y le fue dada una corona). Se enfatiza que saldrá venciendo y para vencer, esto será así, ya que el Espíritu Santo, después de arrebatada la Iglesia, dará vía libre a la manifestación del hijo de perdición,
“Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.” (2 Tesalonicenses 2:7-10)
Las escrituras proféticas arrojan bastante luz sobre el origen, la vida y el final de este personaje fatídico. El patriarca Jacob tuvo oportunidad de ver algo en la descendencia de su hijo Dan por revelación del Señor y quedó espantado, anhelando la salvación que viene de Dios,
“Dan juzgará a su pueblo, Como una de las tribus de Israel. Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo, y hace caer hacia atrás al jinete. Tu salvación esperé, oh Jehová.” (Génesis 49:16-18)
La profecía identifica al anticristo como descendiente de la tribu de Dan. Esta tribu fue deportada por el imperio asirio en el año 722 aC., pero según muchos estudiosos, emigraron hacia Europa y establecieron lo que hoy se conoce como Dinamarca (Marca de Dan), uno de los países de mayor laxitud moral en el mundo. Por tal razón, este enemigo abierto de Dios será de ascendencia danesa. Muy posiblemente recibirá educación en el cristianismo, pero apostatará de la fe y se entregará en cuerpo y alma en un pacto con Satanás,
“Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio. Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra.” (Daniel 11:37-39)
El apóstol Juan menciona la salida de muchos anticristos del seno de las congregaciones, gente que se apartan y se vuelven enemigos abiertos de Dios y de su obra,
“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Juan 2:18,19)
No se trata de gente que quieren pasar como si fueran Cristo (pseudo- Cristos), sino de enemigos abiertos de la verdad (anti- Cristos). Así será el caso del anticristo final, será un apóstata y enemigo acérrimo de Jesús. Recibirá el poder satánico en toda su plenitud, para engañar y reinar sobre el mundo incrédulo en los días de la tribulación,
“... inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.” (2 Tesalonicenses 2:9,10)
“Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra….” (Daniel 11:39)
Continuará…