Wednesday, February 12, 2020

EL PRESENTE SIGLO MALO (Parte 1)



EL PRESENTE SIGLO MALO (Parte 1) 
(Gálatas 1:3-5)

En el pasado artículo escribí sobre la dispensación de la gracia, y vimos a través de las escrituras que este tiempo se divide en dos períodos: El año de la buena voluntad de Jehová y el día de venganza del Dios nuestro, (Isaías 61:1,2; Lucas 4:16-21). 
Dicho de otra manera, la era de la Iglesia y el período de la tribulación. Sin embargo, hay una realidad que se deja ver solapadamente y no podemos pasarla por alto, me refiero a la actividad que Satanás está realizando en contraposición a los planes de Dios a lo largo de este período. El apóstol Pablo lo llama: “El presente siglo malo”. Podemos definirlo como la reacción del enemigo ante su derrota en la cruz, sabiendo que sus días están contados y que no tiene forma de parar la aplastante victoria de Dios.    
Apocalipsis 12:7-17 nos arroja luz sobre esto. Recordemos que este capítulo es una mirada retrospectiva, para que entendamos el origen de nuestras luchas como Iglesia, al igual que  Israel como pueblo escogido. El pasaje nos explica que mientras Jesucristo agonizaba y entregaba su vida por la humanidad, sobre la cruz del Calvario, en las esferas espirituales se libraba una gran lucha entre el arcángel Miguel y los ángeles guerreros de Dios, contra Satanás y sus ángeles caídos. Jesús pagaba el precio legal por nuestra redención ante el trono del Padre y las huestes celestiales, lo que hizo posible la derrota y expulsion del diablo y sus demonios del cielo; fueron arrojados a la tierra y se cerró toda oportunidad de regreso. Esto fue una clara señal de que habían comenzado los postreros días en el calendario profético (Hechos 2:16-21) y que al enemigo le queda poco tiempo, (Apocalipsis 12:12).
Cuando los primeros setenta discípulos regresaron con alegría, testificando del poder de Dios actuando a través de las vidas de ellos, el Señor anunció la destrucción del reino de las tinieblas, como parte del efecto de la redención, (Lucas 10:17-21).  
Dos días antes de su muerte, Jesús habló de esta gran derrota que sufriría Satanás, como producto de su sacrificio, (Juan 12:31,32). 

La expulsión del enemigo trajo consigo varios beneficios incalculables:  
  • La salvación para todo los que aceptan el sacrificio redentor de Jesús. 
  • El Espíritu Santo llega a hacer morada en cada creyente y el poder de Dios se activa en y a través de la vida de los redimidos.
  • El establecimiento del reino eterno de Dios, individualmente en la vida de cada cristiano y colectivamente cuando Jesús regrese por segunda vez. 
  • La autoridad de Cristo, para poner a sus enemigos bajo la planta de sus pies, también ahora en la vida diaria de cada hijo de Dios, y en el futuro, cuando tenga su cumplimiento global y definitivo. (Apocalipsis 12:10) 
Todas estas verdades hieren profundamente a Satanás y sus demonios; los llenan de ira y luchan ardientemente para que los creyentes no lleguen al conocimiento de lo que hemos recibido como hijos de Dios, (2 Corintios 4:3,4). Por esta razón, se da el grito de alerta a toda la humanidad: “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo…” (Apocalipsis 12:12). El texto sagrado dice que cuando el dragón (Satanás) fue arrojado a la tierra, comenzó a perseguir a la mujer que había dado a luz al hijo varón (la nación de Israel, que dio a luz al Mesías) y luego dice que la persecución se extiende “contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”, o sea, la Iglesia a través de las edades, (v.13-17). 
En esto consiste precisamente “el presente siglo malo”, la lucha desesperada del enemigo contra la obra de Dios, porque sabe que se le acaba el tiempo.
Las manifestaciones de esta lucha se pueden apreciar de diferentes maneras a través del texto bíblico y los acontecimientos de la historia. 
El Señor ilustró esta realidad a través del uso de parábolas (comparaciones terrenales de verdades espirituales). Nos alertó como Iglesia que habrían ciertas amenazas que incursionarían dentro del pueblo cristiano, como parte de la actividad satánica para destruir la obra de Dios. El capítulo 13 de Mateo nos ofrece una lista muy importante: 
La parábola del sembrador nos habla sobre las personas que oyen la Palabra de Dios y no la entienden; compara sus corazones como un camino duro, donde la semilla no tiene oportunidad de germinar. Esto sucede porque no toman el mensaje en serio, piensan que habrá otro momento para eso. Otros piensan que el evangelio es para las personas mayores, aburridas, que no tienen nada que hacer y se meten a la Iglesia para hacer algo; piensan que por ser jóvenes, tienen una larga vida por delante y no se preocupan por oír y analizar el mensaje de Dios para sus vidas. Todas esas falsas percepciones y muchas más pueden tener su origen en la naturaleza humana, la forma de crianza y la manera de ver la vida de cada persona, sin embargo, Satanás las alienta, para robar la semilla de la Palabra de Dios de la persona y conducirla por otro camino, (Mateo 13:4,19; Santiago 1:14). 
También nos enseñó sobre la gente superficial, que entran al evangelio, pero nunca se ocupan de profundizar en su relación con el Señor. Tienen la buena intención, pero no el compromiso; posiblemente llegan un día a la semana a la iglesia y en su vida personal nunca oran, guardan la Biblia y solo la leen cuando van al servicio. Hablan de lo que escuchan desde el altar, sin escudriñar ni confirmar por ellos mismos las enseñanzas que están recibiendo. Sin embargo, cuando viene el tiempo de la prueba y aflicción, se rinden, porque no tienen fuerza espiritual, ni la actitud correcta para perseverar a través de las circunstancias adversas. Ni siquiera saben si vale la pena; llegan a pensar que estaban mejor cuando no conocían de Dios. Pero todo es parte de argumentos engañosos que el enemigo logra sembrar en sus mentes, debido a su irresponsabilidad como creyentes, (Mateo 13:5,6,20,21). Jesús nos enseñó que tenemos que cultivar nuestra vida espiritual diariamente, mediante la oración y  la lectura reflexiva de la Sagradas Escrituras. Esto debe hacerse bajo la dirección e iluminación del Espíritu Santo, el mejor enseñador que podamos tener. Pidámosle a Dios con confianza, nunca fallara en contestarnos, (Lucas 11:9-13).  
También las parábolas del Señor nos enseñan que hay gente cuyo corazón es como un seto de espinos, cuya ansiedad y materialismo no le permiten madurar en el Señor. Satanás se encarga de zarandearlos, envía sobre ellos una gran cantidad de actividades que no aportan a su crecimiento espiritual, antes bien los mantiene dando vueltas en un mismo lugar, sin avanzar, por años y años, (Lucas 22:31,32). Estas actividades tienen que ver con cosas que son necesarias, como los cuidados de esta vida y la adquisición del dinero, pero se pierde de perspectiva la prioridad. Los afanes de esta vida comprenden: Cuidado del hogar, la crianza de los hijos, el deber conyugal, el trabajo, los estudios, el aseo personal, los deportes, recreación, compra de bienes materiales, entre otros. Todas estas cosas son perfectamente necesarias y Dios entiende que son importantes para nuestra realización como seres humanos, pero cuando éstas desplazan nuestro compromiso con el Señor y hacen apagar la pasión espiritual en nosotros, se convierten en ídolos, nos alejan del Creador y nos hunden en el materialismo pernicioso. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que hay  tiempo para todo, pero debemos ser organizados y darle la prioridad a Dios en nuestras vidas; podemos estar seguros que todo saldrá mucho mejor de lo que esperamos cuando así lo hacemos, (Eclesiastés 3:1-15; Mateo 6:25-34). 
Muchos caen en el engaño de alejarse de Dios buscando riquezas materiales, esta actitud es señalada en la Biblia como “el camino de Balaam”, el cual no es otro que la avaricia. Balaam fue un antiguo profeta de la región de Mesopotamia, a quien Dios usaba poderosamente a través de la profecía. Sin embargo, se dejó sobornar por el rey de Moab para maldecir a los hijos de Israel que iban en su peregrinaje hacia la tierra prometida en tiempos de Moisés. El amor al dinero pudo más en la vida de este hombre que su compromiso con el Señor; pasó a la historia como el ejemplo de una persona que no valoró su vocación celestial y la cambió por la comodidad temporal de este mundo, (Números 22:5-24:25). De la misma manera muchos en la actualidad tropiezan en sus ministerios y se corrompen por el amor al dinero. Debemos evitar caer en este engaño, las riquezas materiales son inciertas, lo que Dios ofrece es seguro y eterno. Asegurémonos de honrar siempre a Dios con nuestras vidas y nada nos faltará, (Mateo 6:25-34). Como mencioné anteriormente, estas actitudes se pueden ver como algo de la naturaleza humana y es cierto, por eso se le atribuye culpa al que lo practica, pero son alentadas por la obra del enemigo en este presente siglo malo, para intentar destruir la obra de Dios, (2 Corintios 4:2-6; 2 Pedro 2:1-3,15,16; Judas 1:3-23).  
Estas realidades se unen a las enseñanzas de la parábola del trigo y la cizaña, donde también se nota la obra insidiosa del diablo operando a través de personas con falsas motivaciones en la obra del Señor. Nos habla de gente que están en la congregación, cantan, alaban a Dios y parecen cristianos genuinos, pero a la hora de manifestar los frutos del Espíritu, lo que se demuestra es carnalidad. Por lo regular son personas voluntariosas que pretenden imponer su forma de pensar en las congregaciones y al no lograrlo, se dan a la tarea de murmurar, de quejarse, buscar faltas en todo lo que se hace, calumniadores, manipuladores, pretenden controlar a los demás, en ocasiones utilizan las “profecías de cuartos oscuros” para impresionar y otras muchas cosas semejantes, sobre las cuales la congregación debe estar alerta, para neutralizar a tiempo, (Judas 1:16). No se nos manda a arrancarla, porque se puede ir el trigo enredado; muchas de esas personas tienen familiares sinceros, que aman a Dios y se pueden escandalizar y tropezar, si se arranca la cizaña de forma indebida. El liderazgo debe trabajar con mucha sabiduría y trazar líneas claras de doctrina y comportamiento para evitar que la cizaña entre y destruya la congregación, (Mateo 13:24-30; 36-43). Esta enseñanza pone énfasis en la vida diaria de los creyentes laicos, en cambio, cuando habla del liderazgo se señala con otro nombre, el cual vemos en la siguiente parábola: “La semilla de mostaza.” Aquí Jesús compara el reino de los cielos con un grano de mostaza, el cual siendo muy pequeño inicialmente, cuando se siembra se hace árbol y es la más grande de las hortalizas. Esto nos habla de los pequeños comienzos de la proclamación del evangelio (Jesús con doce discípulos) y la gran expansión que ha tenido a través de los años. Sin embargo, nos advierte que junto con el crecimiento vendrían las aves de los cielos para hacer nidos en sus ramas. La figura de las aves del cielo nos habla de la rapiña, de personas oportunistas que han visto en el evangelio una fuente de lucro personal. Muchos llegan con mucha educación y grandes títulos, para ocupar posiciones de liderazgo en la obra de Dios, desvirtuando así el verdadero propósito de la proclamación del mensaje de Dios. Las escrituras proféticas nos enseñan sobre la incursión de falsos profetas y maestros que con palabras fingidas harán mercadería del pueblo ingenuo; son personas elocuentes y sagaces que logran el respaldo de muchos, (Mateo 7:15; 24:24; 2 Pedro 2:1-3; Judas 1:4,11-16). No todos son así, todavía hay verdaderos profetas y maestros que con sabiduría y rectitud enseñan el camino de la verdad. La Biblia nos enseña a identificar a los falsos ministros y cuidarnos de ellos, (Mateo 7:15-20; 1 Juan 4:1-6). Podemos tener la certeza de que toda esta oleada de falsedad ministerial es impulsada por Satanás, como parte de sus estrategias en este “presente siglo malo”. 
La siguiente parábola ilustra a una mujer que tomó levadura y la escondió en tres medidas de harina y provocó que la misma se fermentara, (Mateo 13:33). Esto se refiere a la corrupción doctrinal que Satanás introduce sutilmente en las mentes de maestros y pastores que comenzaron bien, pero por la influencia de la corriente modernista y liberal, van modificando la sana doctrina, hasta adulterar las Sagradas Escrituras. Muchos han visto esto como fuente de ganancia y han caído en la apostasía. El apóstol Pablo habla de los que medran o mejoran su estatus social y económico falsificando la palabra de Dios, (2 Corintios 2:17). La corrupción doctrinal hace que se considere la sana doctrina como algo anticuado (old school) y básicamente obsoleto. Proclaman una nueva conciencia sobre Dios y la vida, basados en el amor humano, sin mucho compromiso espiritual, (2 Timoteo 4:3,4). 
El Señor insta a su Iglesia a permanecer en la sana doctrina, sin importar que seamos muchos o pocos (Juan 15:1-17), a seguir proclamando su verdad en todo el mundo con paciencia y doctrina; a ser sobrios y soportar las aflicciones que vienen como consecuencia de hablar lo que un mundo impenitente no quiere escuchar, (2 Timoteo 4:2,5). 
No te pierdas la segunda parte de este estudio; seguiremos descubriendo más sobre “el presente siglo malo” y cómo debemos prepararnos para no ser arrastrados por el engaño de las fuerzas de las tinieblas. 

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