EL PRESENTE SIGLO MALO (Parte 2)
(Cartas a las siete iglesias)
Continuamos hoy hablando sobre el período de tiempo que las Sagradas Escrituras llaman:”El presente siglo malo”. Vimos en la pasada edición que este tiempo comenzó desde la victoria de nuestro Señor Jesucristo sobre la cruz del Calvario. A raíz de su muerte expiatoria llegó la redención a la humanidad y Satanás fue arrojado del cielo a la tierra, sin oportunidad de volver allá. Esto ha provocado la ira del enemigo, primordialmente sobre la nación que engendró al Mesías (Israel) y al resto de su descendencia (la Iglesia). La caída de Satanás de las esferas celestiales le anuncia que en el calendario profético comenzaron los “postreros días”, que su imperio de muerte ha sido destruido y que sus días se acortan antes de ser encerrado.
Es una grave equivocación pensar que el diablo viene con cuernos, rabo y un tridente, porque en nada se parece a eso. Las escrituras lo llaman “Lucero, el hijo de la mañana y lo describen como un querubín acabado de hermosura, sumamente sagaz y elocuente”, (Isaías 14:12-15; Ezequiel 28:12-19) Aunque el pasaje de Isaías es una burla al rey de Babilonia y el pasaje de Ezequiel es una endecha sobre el rey de Tiro, la retórica toma un giro profético y nos describe a Satanás en su estado original y la razón por la que se rebeló. Aunque perdió su esplendor natural en la caída, todavía es capaz de transformarse en ángel de luz para engañar a los incautos, (2 Corintios 11:14). La mayor parte de las veces opera usando la misma concupiscencia de los seres humanos, (Santiago 1:13-15).
Hoy vamos a ver por las cartas del apóstol Juan a las siete iglesias de Asia, la manera sutil y engañosa con que el diablo ha puesto tropiezos en el camino del pueblo de Dios, intentando evitar que alcancemos nuestro propósito en Dios.
En la primera carta, dirigida a la iglesia de Efeso (Apocalipsis 2:1-7), Jesús elogia a esta congregación por su trabajo incansable en la proclamación del evangelio, eran celosos de la sana doctrina, sometían a un cuidadoso escrutinio a los que deseaban ser ministros, no toleraban a los que andaban desordenadamente en la obra, habían sufrido persecución y soportaban con paciencia las aflicciones por el evangelio. A simple vista parecía una iglesia perfecta, sin embargo, Satanás logró engañarlos a través de la institucionalización, o sea, logró que abandonaran su consagración personal a Jesús (el primer amor) y se agotaran trabajando en muchas cosas, minando así la efectividad de su labor y estaba el peligro de que cayeran en orgullos sectarios, formalismo y otros tipos de actitudes carnales que se producen cuando se pone a un lado la verdadera consagración para el Señor. Recordemos que nada de lo que podamos hacer en la obra de Dios tiene sentido si no estamos conectados y dirigidos por una genuina devoción a Jesús. Esta congregación representa la iglesia del primer siglo, hasta el año 95 aC.
La segunda carta, enviada a la congregación de Esmirna (Apocalipsis 2:8-11), nos presenta una iglesia sufrida, a quien Jesús le da palabras de consuelo y fortaleza. Satanás los había asediado, provocando tribulación, pobreza y las acusaciones de gente que se llamaban judíos, celosos de la doctrina, pero no eran otra cosa que instrumentos del enemigo para afligirlos y angustiarlos. Jesús, en palabra profética les advierte que pasarán por diez días de tribulación. Estaba anticipándoles, que no solamente ellos, sino toda la Iglesia cristiana sufriría diez periodos de cruel persecución de parte del Imperio Romano. Claramente se menciona que Satanás estaba incitando la persecución, (v. 10). Representa la Iglesia cristiana desde el año 67 dC. (Cuando Nerón quemó a Roma y acusó a los judíos y éstos a su vez acusaron a los cristianos) hasta el 313 dC. con las leyes de tolerancia propulsadas por el Emperador Constantino. Jesús les prometió estar presentes en medio del dolor y que su sacrificio no sería en vano. Hay situaciones que tienen que acontecer para que surjan otras de mayor beneficio; eso queda en la prerrogativa de Dios. Satanás no pudo quebrar la fe de esta Iglesia perseguida, antes bien, crecían en número cada día, hasta el punto en que los hijos y las esposas de los emperadores se convertían al Cristianismo.
La tercera carta, remitida a la iglesia de Pérgamo, describe a una congregación fiel en sus fundamentos, constantes a través de las pruebas y tuvieron su primer mártir en Antipas, Obispo de Pérgamo, el cual fué quemado con brasas ardientes en el orificio de un toro de bronce, prendido al rojo vivo. La causa de su condena fue que no estuvo dispuesto a negar su fe en Jesús. Cuando le dijeron: “Antipas, el mundo entero está contra ti”, el hombre de Dios respondió: “entonces yo estoy contra el mundo entero”. Fueron palabras célebres de un mártir que enfrentó su muerte con valentía.
El diablo se dió cuenta que nada conseguía matando a los cristianos y cambió su táctica; introdujo en las congregaciones a personas malintencionadas, que buscaban la manera de hacer caer a los cristianos. Ya que no podía directamente con la fe y la unción del Espíritu Santo que moraba en ellos, buscó la manera de hacerlos pecar, para que abandonaran el cerco de Dios y así destruirlos. A esto se le conoce en las escrituras proféticas como “la doctrina de Balaam”.
Esto fue exactamente lo que hizo el profeta Balaam en la antigüedad, como no pudo maldecir al pueblo de Israel para cobrar la suma de dinero que el rey de Moab le había ofrecido, le sugirió que introdujera de sus mujeres hermosas en el campamento de los israelitas, para hacer caer a los hijos de Israel en bacanales de fornicación e idolatría. Esto los sacaría del favor y la protección divina y el rey de Moab podría derrotarlos. El profeta Balaam lo hizo porque amó el premio de la maldad, más que su llamado divino de profeta, (Números 25:1-3; 2 Pedro 2:15). Recordemos que no todos los que llegan a nuestras congregaciones vienen con las motivaciones correctas; debemos amar a todos los hermanos, pero no debemos ser ingenuos y permitir que este tipo de personas corrompan la vida de la comunidad cristiana con prácticas que ofenden a Dios.
En esta misma carta se hace referencia a los “nicolaitas”, un sector elitista que pretendía dividir a las congregaciones en clases sociales, para controlar y lucrarse del pueblo común. Se sentían superiores por sus linajes, sí eran de familia clase alta, por su preparación académica, nivel económico, influencia política o títulos teológicos. Esta influencia sigue presente en la actualidad, aunque se disfraza con diferentes máscaras; debemos tener cuidado de no ser arrastrados por esta antigua herejía. Jesús claramente dijo que aborrecía sus obras, por más lindas o razonables que parecieran, (Apocalipsis 2:15). Santiago truena contra los que hacen acepción de personas en las congregaciones; los que favorecen a los ricos y menosprecian al pobre, (Santiago 2:1-9).
No perdamos de perspectiva que tanto la doctrina de Balaam, como las obras de los nicolaitas, son impulsadas por Satanás en sus desesperados intentos de destruir la obra de Dios en este presente siglo malo.
Históricamente, esta congregación representa la época en que el imperio romano adoptó el Cristianismo como religión oficial, asimilándolo como la religión exclusiva del estado, el 27 de febrero del año 380 dC., bajo el mandato del emperador romano oriental, Teodosio. Aunque Constantino aprobó leyes de tolerancia, en el año 313 dC., fué bajo el mandato de Teodosio I que se institucionalizó oficialmente, con la ratificación del edicto de Tesalónica. En el año 392 dC.. Más adelante se reafirmó la victoria del cristianismo en el imperio romano, con el edicto de Constantinopla. Estos fueron los comienzos de la iglesia católica romana.
Cabe señalar que es incorrecto decir que Roma es la sede del Cristianismo; el hecho de que el imperio romano lo haya asimilado y nombrado la religión del estado, no le atribuye esa posición. La iglesia cristiana tuvo su comienzo en Jerusalén, en el aposento alto, durante las celebraciones de Pentecostés, en el año 37 dC.
El cese de la persecución fue sin duda un alivio para los cristianos, después de 300 años de atropellos y martirios, sin embargo, se invirtieron los papeles, ya que el imperio comenzó a torturar y matar a los que no profesaban la fe del cristianismo. Los templos paganos fueron confiscados por el estado y dado a los cristianos para sus iglesias. Aquí es donde surge la situación que hizo menguar el crecimiento de la iglesia cristiana. Se acabó la persecución, la iglesia se casa con el estado, recibe poder terrenal, se pusieron cómodos, la pasión por el genuino trabajo para el Señor se diluyó y comenzó a corromperse.
En la carta a Tiatira (Apocalipsis 2:18-29), Jesús se describe cómo él “que tiene ojos semejantes a llama de fuego”, lo que nos indica que nada se escapa de su conocimiento y juzga las acciones de los seres humanos. Señala que estaban tolerando a una mujer profetiza, que aparentaba hablar en nombre de Dios, pero era una farsante, utilizaba la profecía para inducir enseñanzas de fornicación y veneración de ídolos; muchos cayeron en sus engaños por carecer de discernimiento espiritual. Por lo regular, los creyentes que abandonan el camino correcto de la vida y se van tras el engaño, son personas que no han echado raíces en el evangelio y todavía sus pasiones humanas les siguen dominando, (2 Timoteo 2:22). También Jesús menciona a un grupo que alegaba conocer las profundidades de Satanás; no se conformaban a las sanas palabras del Señor y buscaban nuevas experiencias esotéricas. Terminaban siendo engañados más rápido por el enemigo, (1 Timoteo 6:3-6).
Históricamente, esta etapa representa a la época del papado romano, donde Satanás le tiende la trampa a la Iglesia y la lleva a una de las épocas más oscuras de la historia: “La Edad Media”. Este fué el tiempo comprendido desde el año 476 dC. (caída de Roma occidental) y el 1453 (caída del imperio romano oriental). Durante este período, la doctrina dada por Jesús y sus apóstoles sufrió serias tergiversaciones que condujeron a la degeneración doctrinal; esto, gradualmente la convirtió en una “ramera espiritual”, (Apocalipsis 17:3-6).
Cuando el imperio romano adoptó el cristianismo como su religión oficial, muchos paganos se convirtieron de manera forzada, esto condujo a que mucha gente entrara a la iglesia sin un verdadero cambio de corazón; llevaron consigo a los ídolos y sus prácticas y se fué cambiando la sencillez de la adoración de la iglesia primitiva. Añadieron los iconos, la arquitectura elaborada, las costumbres de peregrinajes en veneración a los santos y el bautismo de infantes. Algunos cristianos optaron por retirarse de Roma, eligiendo vivir en aislamiento como monjes. Durante la Edad Media, la Iglesia Católico Romana gobernaba libremente, con los papas reclamando autoridad en todos los niveles de la vida y viviendo como reyes; la corrupción y la avaricia eran comunes en el liderazgo. Se estima que más de 50 millones de personas fueron torturadas y muertas por este sistema religioso, (Apocalipsis 17:6).
Esto nos lleva al mensaje a la iglesia de Sardis; Jesús emite palabras de amonestación contra esta congregación que aparentaba estar viva y militante, pero había muerte espiritual en ella. Tenía una buena reputación en la comunidad, como una iglesia que ayudaba en la labor social, pero sus corazones se habían alejado del Señor, buscando más el favor del pueblo que la aprobación de Dios. Aquí caben las palabras de Jesús, cuando advirtió que tuviéramos cuidado cuando la gente hable bien de nosotros, porque nos acomodamos a sus expectativas terrenales y ocultamos la verdad de las Sagradas Escrituras, cuando debemos hablarla, (Lucas 6:26). El miedo a hablar del Señor, para estar bien con los demás, es una de las armas del enemigo para callarnos; debemos pedirle a Dios que nos conceda el denuedo para hablar de él, a tiempo y fuera de tiempo. Dar a conocer al mundo del gran amor de Dios y su plan de redención para todos los que creen, a pesar de cualquier oposición, (Hechos 4:23-31; 2 Timoteo 4:1-5).
En la historia de la Iglesia, esta carta representa el período de la Reforma Protestante. A través de los años, muchas personas habían tratado de levantar su voz contra los abusos teológicos, políticos y de derechos humanos de la iglesia romana, pero sus voces fueron silenciadas y no produjeron el efecto de cambio. Sin embargo, un monje alemán llamado Martín Lutero tuvo la iluminación y el respaldo de Dios para darle un giro a la historia, al desafiar a la iglesia romana. Elaboró 95 tesis sobre los errores del catolicismo, a la luz de las Escrituras y las dejó clavadas con un puñal en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517. Esto sería el final de la Edad Media y comenzaría un debate teológico que desembocaría en la Reforma y el nacimiento de varias tradiciones dentro del cristianismo, tales como el luteranismo, el presbiterianismo y el anabaptismo. Este movimiento que fue un gran avance para la libertad religiosa, se vio manchado por las diferencias y discusiones sobre doctrina y la intromisión del estado en los asuntos de la iglesia, ya que los reformadores habían buscado refugio en algunos gobiernos, para evitar ser ejecutados por la iglesia romana. Nuevamente podemos ver la mano siniestra de Satanás, provocando confusiones, malos entendidos y contiendas, que solo traían divisiones y alejaba al pueblo común de la verdadera fe. Pero también se puede ver que, aún en esos tiempos difíciles, Dios tenía un pueblo que le servía de corazón y no se inclinaban ante las circunstancias, (Apocalipsis 3:4-6).
La próxima carta fué la de Filadelfia, a quien Jesús no le encuentra falta alguna. Es la iglesia perfecta en cuanto a su devoción y obediencia al Señor; no era una mega iglesia, ni tenía mucho poder económico o político, pero guardaban la Palabra de Dios y no se avergonzaban de hablar sobre Él públicamente. Satanás intentó desanimarla por las críticas; la gente que se suponía que conocieran de los caminos del Señor, la menospreciaban por ser pequeña e insignificante ante los ojos de ellos. Jesús les llama “sinagoga de Satanás” porque se dejaban usar del enemigo para menoscabarla. El Señor prometió reivindicarla públicamente, hasta el punto en que los detractores tendrían que humillarse y reconocer que Dios estaba en medio de ellos. Jesús utilizó el ejemplo de esta congregación para indicar el carácter de las personas que serán levantadas con la Iglesia en aquel gran día, (Apocalipsis 3:10; 1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:51-55; Lucas 17:34-37).
El mensaje a Filadelfia representa la iglesia militante desde el año 1790, hasta el arrebatamiento. Se le llama la época de las misiones, porque es donde el evangelio ha llegado a más lugares a través del mundo, donde el mayor número de misioneros han salido a todas las naciones llevando la Palabra de Dios. Por otro lado, Satanás ha provocado mediante su engaño, la formación y proliferación de sectas, que se parecen al evangelio, pero han conducido a muchos a desviarse del camino correcto y hasta llegar a suicidios masivos, por la falsa interpretación de la escatologia.
La séptima carta fue dirigida a la iglesia de Laodicea. Se describe a Jesús afuera, esperando que le abran, para entrar a la vida de las personas que le reciben con sinceridad, (Apocalipsis 3:20). La dureza de corazón y el orgullo de esta congregación se hacía intolerable para el Señor, (Apocalipsis 3:15,16). Muchas personas pudientes habían entrado a esta iglesia y las arcas del dinero se habían llenado. Se había modificado el mensaje de la cruz, para no ofender y perder sus membresías. Desarrollaron una actitud de autosuficiencia, donde pensaban que ya lo tenían todo; habían puesto su dependencia de Dios en segundo plano y se vanagloriaban de su abundancia material. Por un lado profesaban creer en Jesús, pero por otro, utilizaban la congregación como fuente de lucro personal, (Juan 2:13-22).
Históricamente representa el sector desobediente, tibio e indiferente de la iglesia, comenzando en Jerusalén (Hechos 2:1-4), y pasando hacia el período de la tribulación, uniéndose al sistema religioso mundial de la gran ramera, (Apocalipsis 17:1-6).
Vemos el ataque insistente del enemigo contra la obra de Dios, en cada una de las etapas, en este presente siglo malo, pero también vemos la mano poderosa del Señor , destruyendo sus obras y dando victoria a su pueblo, porque aún en la muerte de los mártires Dios es glorificado y ni un solo cabello de sus cabezas perecerá. (Mateo 10:28; Lucas 21:16-19; Juan 10:10; 1 Juan 3:8)
Ilumine siempre el Señor nuestro entendimiento, para comprender el momento que nos ha tocado vivir y ser responsables en la búsqueda de una mejor relación con Él. Que logremos cada día hacer nuestra parte en el trabajo que nos ha encomendado; porque la mies es mucha, mas los obreros son pocos. Oramos para que sean más los que se enlistan en las labores del reino de los cielos.
No se pierdan la tercera parte de este estudio, donde hablaré sobre el “misterio de la iniquidad”, (2 Tesalonicenses 2:7).