Friday, January 3, 2020

El Pacto Davídico
(2 Samuel 7:1-29; 1 Crónicas 17:11-14; 2 Crónicas 6:16)
El pacto de Dios con el rey David es el tercero de los pactos de carácter escatológico. Es de vital importancia para entender la profecía, ya que se reitera la promesa de la tierra, la descendencia del Mesías Jesucristo y el establecimiento del reino eterno de Dios. El reinado de David sobre Israel se considera la época de oro en la nación, donde reinaba un hombre conforme al corazón de Dios, (1 Samuel 13:14; Hechos 13:22). A pesar de los errores que cometió, en su debilidad humana, supo alcanzar el corazón de Dios por su profunda reverencia, humildad y sinceridad ante la presencia del Creador. Como consecuencia de su estrecha relación con el Señor, desde muy joven David fue dotado con una extraordinaria capacidad de componer salmos, cantar y entonar canciones para adorar a Dios correctamente. Además, recibió la fortaleza para enfrentar situaciones muy retantes, sobrepasarlas y alcanzar la victoria. Supo llorar su pecado y tirarse en ayuno, cilicio y ceniza clamando por la misericordia de Dios. Poseía un incansable celo por honrar el nombre del Señor en todo, lo que lo llevó a combatir y vencer al gigante incircunciso, blasfemo llamado Goliat. Pueden leer la historia de la vida de David y confirmar estos datos, (1 Samuel 16:1- 2 Samuel 23:7). 
El pacto de Dios con David se estableció cuando este último tenía el gran anhelo de construir casa para Jehová. Pensando en esto, consultó con el profeta Natán, a quien le pareció muy buena la idea y le da su aprobación, dando por sentado que David tendría la aprobación divina en todo lo que emprendiera. Pero cuando el profeta consultó al Señor en oración, se le revela que David no era el escogido para construirle casa, sino un hijo suyo sería quien levantaría el primer templo para el Señor. En cambio, Dios le promete a David que le edificaría casa o descendencia permanente y que su trono sería afirmado eternamente, (2 Samuel 7:1-17). 
En este pacto, el Señor le hace varias promesas importantes: 
1. Dios reafirma la promesa de la tierra que había mencionado en los primeros dos pactos: El abrahámico y Palestino. Esta promesa se registra en 2 Samuel 7:10, "Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio". 
2. El Señor promete que el hijo de David lo reemplazaría como rey de Israel, y que este hijo (Salomón) construiría el templo. Esto lo notamos en 2 Samuel 7:12-13, "... yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre".
3. La promesa no se detiene ahí, sino que continúa y se amplía hacia un descendiente más lejano que daría perpetuidad al trono de David, "yo afirmaré para siempre el trono de su reino" (2 Samuel 7:13), y "será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente" (versículo 16). Otro hijo de David gobernaría eternamente y edificaría una casa duradera. Esta es una referencia al Mesías Jesucristo, a quien se le llama el hijo de David, (Mateo 1:1; 9:27; 21:9; Lucas 1:32, entre otros).   

El pacto se resume en las siguientes palabras: 
1. Casa- prometiendo una dinastía en el linaje de David
2. Reino- refiriéndose a las personas que son gobernadas por dicha dinastía
3. Trono- enfatizando la autoridad del gobierno davídico 
4. Eternamente- Anunciando el carácter eterno e incondicional de esta promesa, en la persona de Jesucristo el Mesías, descendiente directo de David. 

En Jeremías 23:5-8 se hace referencia a Jesús como el renuevo justo de David, que reinará y traerá verdadero juicio y justicia, no solo a Israel, sino a toda la humanidad. 
También se menciona que en los días de su segunda venida y el establecimiento del reino mesiánico sobre el mundo, Israel será unificada nuevamente; serán devueltos de todas las partes del planeta a su tierra prometida. 

En Isaías 9:7 nos dice que la amplitud territorial del gobierno de Cristo no tendrá límites, ni la paz que se experimentará; señala que esto será cumplimiento del pacto hecho con el rey David, mediante el poder y la fidelidad de nuestro Dios. 

En Apocalipsis 3:7 se nota que Jesús tiene la autoridad legal ante el trono de Dios para darle continuidad y eternidad a la monarquía davídica. 



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