Saturday, February 19, 2022
Tuesday, February 8, 2022
El capítulo diecinueve de Apocalipsis comienza describiendo una gran multitud en el cielo, donde se puede ver a los cuatro seres vivientes dirigiendo la adoración de todas las huestes angelicales del Señor y a los veinticuatro ancianos encabezando las alabanzas de los miembros de la verdadera Iglesia en su estado de glorificación. Se les ve adorando a Dios y celebrando sus justos juicios sobre la gran ramera y una humanidad impenitente,
“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella...” (Apocalipsis 19:1-2)
“Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes…” (Apocalipsis 19:4-5)
Luego tendrá lugar la presentación de la Iglesia; ya no se le llamará la desposada, sino la esposa, porque las bodas ya se habrán efectuado. Esto lo podemos notar en los capítulos cuatro y cinco de Apocalipsis. Recordemos que los dos eventos más significativos que tendrán lugar cuando la Iglesia sea trasladada a las esferas celestiales son: El Juicio para recompensas de los creyentes (Bimah) y las bodas del Cordero o la unión espiritual de Jesús con su Iglesia para siempre,
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” (Apocalipsis 19:7,8)
En este punto de la historia la unión entre Jesús y su Iglesia ya se habrá efectuado. En el contexto hebreo, la expresión “porque han llegado las bodas del Cordero” indica una acción ya completada. Después del capítulo cinco de Apocalipsis podemos notar a la Iglesia maravillándose y celebrando con el Señor y sus ángeles, la manifestación del poder de Dios sobre las fuerzas del enemigo.
Este será el momento donde Jesús se aprestará para su regreso triunfal. No vendrá sólo, regresará con su Iglesia triunfante y los santos ángeles, a quienes la profecía llama los ejércitos celestiales,
“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.” (Apocalipsis 19:14)
La vestimenta de lino fino, blanco y resplandeciente son investiduras de gala para una gran celebración, además denotan dignidad, poder y autoridad. En el sentido espiritual representan la vida de integridad, pureza y santidad que Dios espera de cada creyente,
“... y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.” (Zacarías 14:5)
Luego tiene lugar un anuncio muy importante para el remanente piadoso del pueblo judío que estará pasando por el período de la tribulación, los que rehusarán unirse al gobierno del anticristo,
“Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.” (Apocalipsis 19:9)
La maquinaria gubernamental del anticristo perseguirá cruelmente a los que no reciban la marca de control poblacional (666) y de manera primordial centrará su ataque contra el pueblo escogido. Jesús dejó una señal para los que quieran escapar en ese tiempo; cuando oigan de la profanación del templo, no deben volver a sus casas a buscar nada, sino huir a los lugares de refugio que Él tendrá preparado para su preservación,
“Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.” (Mateo 24:15-18)
Desde la ruptura del pacto a la mitad del período en adelante habrá una emigración de muchos judíos hacía las montañas rocosas de Cisjordania, pero una vez escuchen de la abominación desoladora, los que falten tendrán que huir apresuradamente. Desde allá harán un gran clamor angustioso por la venida del verdadero Mesías,
“Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.” (Apocalipsis 12:14)
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” (Zacarías 12:10)
“Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos.” (Zacarías 13:6)
La parábola de las diez vírgenes hace alusión a ese tiempo, cuando el pueblo judío se polarize ante la persecución del anticristo. Las vírgenes insensatas se rendirán ante el gobierno de la bestia y recibirán la marca que los condenará eternamente; en cambio, las vírgenes prudentes decidirán huir hacia los montes y clamar por la intervención divina,
“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.” (Mateo 25:1,2)
Toda la nación estará consciente de la venida del Mesías, pero una parte preferirá tomar el camino menos doloroso que los conducirá a la perdición. Se supone que toda la nación hebrea sea semejante a las damas de acompañamiento de la esposa, las cuales escoltarán a Jesús y su pueblo hacia la celebración de las fiestas de las bodas del Cordero que tendrán lugar en la Tierra. Por eso el grito de la medianoche anuncia que el Señor viene desde los cielos, no como el novio que llega a buscar a su novia, sino como el esposo que regresa casado con su Iglesia,
“Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” (Mateo 25:6)
Existe la creencia de que todo Israel debe ser salvo, por las enseñanzas del apóstol Pablo en la carta a los Romanos,
“... ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo…” (Romanos 11:25-26)
Sin embargo la palabra también nos enseña que los verdaderos Israelitas, para efectos de Dios, son los que abrazan la promesa de la salvación en Cristo,
“... no todos los que descienden de Israel son israelitas… No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes…” (Romanos 9:6,8)
Bajo el Antiguo Testamento, todos los gentiles que deseaban conocer a Dios tenían que hacerse parte del pueblo de Israel, en cambio, bajo el Nuevo Pacto, tanto los judíos como los gentiles que anhelan la salvación del Señor, tienen que aceptar el sacrificio de Jesús y recibirle como el Señor de sus vidas. De manera que la salvación ya no se circunscribe a un pueblo o una raza, sino que es un llamado universal de Dios para todo el que pueda creer,
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios." (Juan 3:16-18)
"Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa." (Gálatas 3:28,29)
Entendiendo esta realidad, es obvio que un israelita no se salvará por nacionalidad, sino por recibir a Jesucristo como el Mesías y Salvador. Eso es precisamente lo que el remanente piadoso de Israel hará cuando en medio de su clamor puedan recibir la revelación del Señor,
" ... y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” (Zacarias 12:10)
Esto no descarta que Dios ha estado presente en medio de su pueblo, al igual que su ayuda y provisión a través de la historia, conforme a las promesas y los pactos que concertó con los patriarcas de la nación. Recordemos que las Sagradas Escrituras se refieren a Israel como "el pueblo escogido" por ser recipiente original de las verdades divinas; en cambio, cuando se refiere a la Iglesia, la llama linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciemos sus virtudes y el camino de la salvación a todas las naciones. Hay un plan diferente para cada uno, pero arraigados al mismo tronco.
Continuará...