EL PERÍODO DE LA TRIBULACIÓN (Parte 10) El testimonio de los dos testigos:
“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.” (Apocalipsis 11:3-6)
Surge la figura de los dos testigos, ungidos del Señor, que profetizarán por mil doscientos sesenta días. Estarán vestidos de cilicio, señal de dolor extremo, porque lo que hablarán atormentará las conciencias entenebrecidas de los incrédulos; intentarán callarlos pero no podrán, hasta que hayan acabado su testimonio. Estos profetas manifestarán señales sobrenaturales que evidenciarán la procedencia divina de sus palabras.
Identidad de los dos testigos
Mucho se ha hablado sobre la identidad de estos dos testigos. Dentro de la escuela literal hay dos posturas principales:
1. Los que sostienen que son dos hombres que vivieron anteriormente, que no han visto muerte y que serán restaurados a la tierra para este ministerio.
2. Hay los que creen que son hombres literales, pero que no pueden ser identificados.
El primer grupo se subdivide en dos posturas: Los que interpretan que serán Elias y Moisés y otros que entienden que serán Elias y Enoc. Los primeros se basan en que Elias no vio muerte, ya que fue arrebatado vivo al cielo,
“Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.” (2 Reyes 2:11)
Basándonos en el decreto divino que todo ser humano vive una vez y luego el juicio, se puede entender que Elias le tocará pasar por el proceso de la muerte, si fuera uno de los testigos,
“... está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” (Hebreos 9:27)
Malaquias profetizó que Elias volveria antes de la segunda venida de Jesús, con el ministerio de hacer volver a la nación de Israel a la fe de sus antepasados,
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” (Malaquías 4:5,6)
Los testigos tendrán la misma señal distintiva del ministerio de Elías con respecto a la lluvia,
“Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.” (1 Reyes 17:1)
"Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses." (Santiago 5:17)
“Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía...” (Apocalipsis 11:6)
Este grupo opina que el otro es Moisés debido a que apareció con Elías en la transfiguración,
“... Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.” (Mateo 17:1-3)
También tiene similitud con el milagro de las aguas convertidas en sangre,
“Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.” (Éxodo 7:20)
“... y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.” (Apocalipsis 11:6)
Entienden que el cuerpo de Moisés fue preservado por Dios, de manera que pueda ser restaurado,
“Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.” (Deuteronomio 34:5,6)
“Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.” (Judas 1:9)
De esta manera concluyen que la ley, representada en Moisés, y los profetas en Elías, se unirán para testificar del inminente regreso del Mesías Jesucristo.
Por otro lado, estan los que entienden que los dos testigos serán Elías y Enoc. Identifican al otro como Enoc, ya que al igual que Elias, fue traspuesto para no ver muerte,
“Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.” (Génesis 5:24)
Estos dos fueron trasladados con sus cuerpos mortales, hasta el tiempo de la culminación de sus profecías. Hay varias similitudes entre ellos, aunque profetizaron en diferentes épocas: Enoc fue un profeta de juicio, al igual que Elías,
“De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.” (Judas 14,15)
Ambos hablaron a generaciones rebeldes y apóstatas; esto corresponde con el ministerio de los dos testigos, por cuanto ellos profetizarán con la señal de juicio, cilicio,
“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.” (Apocalipsis 11:3,4)
Por ser los únicos seres humanos que no han visto muerte, deben regresar para cumplir con el decreto divino de experimentar la muerte antes del juicio.
En el segundo grupo están los que creen que serán dos personas desconocidas, pero surgirán con el poder, la autoridad y la unción del Espíritu Santo, semejante a la que hubo en Elías, Enoc y Moisés. El propósito de esta profecía es dar la voz de advertencia a Israel para que se vuelvan de sus malos caminos, acepten a Jesucristo como el único Salvador y no se rindan ante la marca de la bestia.
Dios separó y ungió a Josué y Zorobabel para la obra de reconstrucción de Jerusalén en el regreso de los judíos del exilio babilónico; se refirio a ellos cómo los dos ungidos que están delante de su presencia,
“... ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda? Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro? Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no. Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.” (Zacarías 4:11-14)
De la misma manera, llama a estos dos testigos que profetizarán durante mil doscientos sesenta días: Los dos olivos y los dos candeleros que están en pie delante del Dios soberano,
“Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.” (Apocalipsis 11:4)
Al igual que Josué y Zorobabel, estos profetas también serán separados para una misión especial de restauración a la nación de Israel. La expresión “están en pie delante de Dios” denota el nivel de consagración y obediencia de estos dos ungidos, a pesar de vivir en una sociedad apóstata.
Cuando Jesús habló de la importancia del ministerio de Juan el Bautista, lo señaló como el más grande de los profetas, luego se refiere a él como el “Elias que habría de venir”,
“Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque este es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.” (Mateo 11:7-14)
Esto nos indica que la importancia cae sobre la unción, no en la persona. De esta manera podemos entender que lo que ha de venir es la unción que había sobre Elias, no necesariamente el profeta en persona. La unción puede recaer sobre cualquiera que Dios escoja.
La postura del segundo grupo parece la más acertada y a la vez la más cautelosa en precipitarse a dar por sentado que serán personas que vivieron en el pasado y vuelven para esta misión. La idea de que Moisés será uno de ellos debe ser descartada, ya que Deuteronomio 34:5,6 explica que murió en la tierra de Moab y fue enterrado por Dios en el valle frente a Bet-peor, aunque ninguno conoce el lugar exacto de su sepultura.
Luego nos dice la epístola de Judas, versículo 9 que el arcángel Miguel contendía con el diablo por el cuerpo de Moisés. Está porción, aunque fue traída de un libro apócrifo (el libro de Enoc), la mayor parte de los estudiosos de las Sagradas Escrituras la han aceptado como inspirada, separando lo que está en armonía con la revelación bíblica y lo que no está, después de innumerables y cuidadosas revisiones.
Estos pasajes demuestran que Moisés murió literalmente, no fue llevado en cuerpo al paraíso, por lo tanto se hace imposible pensar que volvería para experimentar la muerte por segunda vez y mucho menos podríamos deducir que reencarnaría en la persona de uno de los testigos, por cuanto “está establecido para los hombres que mueran una sola vez y después de esto el juicio”. (Hebreos 9:27)
Los únicos seres humanos que han sido llevados vivos de esta tierra, sin experimentar la muerte, han sido Elías y Enoc, pero tampoco hay una certeza de que éstos vuelvan para profetizar a Israel durante ese tiempo ya que en el monte de la transfiguración, los discípulos Pedro, Jacobo y Juan alcanzaron a ver a Elías y a Moisés hablando con Jesús rodeados de la gloria de Dios, por tanto cabe suponer que Elías está viviendo en el mismo plano espiritual que Moisés y que de alguna manera sobrenatural y excepcional, entró en la gloria del Padre, siendo su cuerpo transformado para poder habitar junto a los que llegaron mediante la muerte física.
Entonces cabe preguntarnos: ¿Qué ha pasado con los cuerpos de Elias y Enoc? ¿Fueron transformados? ¿Tienen que regresar a experimentar la muerte? ¿No es Cristo el único que tiene cuerpo inmortal hasta el momento en que los creyentes de la Iglesia reciban sus cuerpos glorificados mediante resurrección?
Cabe la posibilidad de que así como Jesús, en su cuerpo mortal fue transfigurado para trascender en el mundo espiritual, de modo que pudiera hablar con Moisés y Elías (Mateo 17:1-13), asimismo puedan ser los cuerpos de Enoc y Elías devueltos al campo terrenal para la misión de los dos testigos.
Por otro lado, podría ser que la entrada a la eternidad que Dios dispuso para estos dos hombres fuera mediante el traslado vivo; tanto Elías como Enoc habrían recibido cuerpos transformados, pero no glorificados. Tendrán que esperar el tiempo de la resurrección para que sus cuerpos sean transformados para la eternidad. Recordemos que estos profetas pertenecen al antiguo Israel, no son parte de la Iglesia de Jesucristo; por lo tanto tienen promesas de vivir para siempre, pero con cuerpos naturales perfeccionados. Los pactos de Dios con la nación de Israel se hicieron en una perspectiva terrenal, a diferencia de la Iglesia.
Cuando los dos testigos hayan completado su misión profética, Dios permitirá que las fuerzas del anticristo los maten y dejen sus cadáveres sin enterrar en la plaza de Jerusalén por tres días y medio. Todas las personas en el mundo estarán viendo este acontecimiento y los moradores de la tierra se regocijarán y harán fiesta por la muerte de ellos, pensando que eso alejará los juicios divinos sobre el mundo,
“Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.” (Apocalipsis 11:7-13)
Una vez sean arrebatados los dos olivos, ocurrirá un gran terremoto que provocará el derrumbe de la décima parte de la ciudad de Jerusalén y cobrará la vida de siete mil personas. Este juicio completará el segundo ay profetizado,
“En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo. El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.” (Apocalipsis 11:13,14)
En la próxima publicación estaremos tocando los acontecimientos de la séptima trompeta.
CONTINUARÁ ...