Importancia del Pacto de Dios con Abraham
Abraham es considerado el padre de las tres religiones predominantes en el mundo: El Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Sus descendientes son innumerables en la actualidad. Pero no siempre fue así, ya que su esposa, Sara, era estéril.
Las Sagradas Escrituras registran que Dios le prometió a Abraham un hijo por primera vez en el capitulo 15 de Génesis; allí Abraham decide creerle a Dios "en esperanza contra esperanza", o sea, contra toda posibilidad humana decide creer a la promesa divina. Esto agradó a Dios y se lo contó por justicia, (Romanos 4:18-22).
Seguidamente se establece un pacto donde Dios se compromete a cumplirlo incondicionalmente, solamente se requería que Abraham le creyera a Dios, (Génesis 15:8-21). Este tipo de pacto donde se partían los animales ofrecidos por la mitad, era común en esos tiempos; se suponía que las personas que pactaban caminaran por el medio de los animales partidos en solemne compromiso de que cumplirían con los acuerdos del pacto. Si una de las personas fallaba en cumplir el acuerdo, se invalidaba el pacto. Sin embargo, en esta ocasión Dios indujo en Abraham un sueño profundo y solamente Él paso por el medio de los animales de la ofrenda. De esta manera estaba indicando que el cumplimiento del pacto recaía solamente sobre Dios y no sobre Abraham. El patriarca solamente tenia que dejarse guiar por Dios.
A la avanzada edad de 75 años Dios lo visita y le reitera la promesa de un hijo, el cual seria el siguiente eslabón en la genealogía del Mesías, (Génesis 18:10-15). Su esposa tenia 65 años para entonces y ya había pasado el período de la menopausia, por lo cual era prácticamente imposible, en términos humanos, que Abraham pudiera tener un hijo de ella.
Pasados 9 años, su esposa entendió que debían ayudar a Dios en el cumplimiento de la promesa y le pide que procree de su esclava, Agar. Abraham accedió y procreó un hijo al cual le llamaron Ismael, progenitor de las naciones árabes. Desde entonces comenzaron a surgir los conflictos en la familia del patriarca; la vergüenza y la baja autoestima se apoderaron de la vida de Sara, ya que Agar se burlaba de ella por ser estéril, (Génesis 16:4,5).
Pasaron 14 años y nació Isaac, el hijo de la promesa (Génesis 21:12), pero no pasó mucho tiempo antes de que Ismael se burlara de él y lo menospreciara; esto provocó un gran conflicto donde, muy a pesar de Abraham, Agar y su hijo tuvieron que ser echados del campamento. Dios, en su gran amor y fidelidad se encargó de proteger y cuidar del muchacho y su madre, para que no murieran en el desierto. La mente omnisciente del Señor vio en el futuro de Ismael "un pueblo fiero; su mano contra la de todos y la de todos contra él." (Génesis 16:12); Dios prometió bendecirle por ser descendiente de Abraham, doce príncipes saldrían de sus generaciones y serían una gran nación, (Génesis 17:20).
Ciertamente este ha sido el perfil de las naciones árabes hasta nuestros días.
Dios nunca le ordenó a Abraham que procreara de su esclava, ese fue un acto de apresuramiento que tuvo Sara; jamás se imagino que Ismael sería el progenitor de naciones enemigas de la descendencia del Mesías hasta el final de los tiempos.
Para que no quedara duda en la mente del patriarca, Dios le repite varias veces que la promesa de la descendencia mesiánica vendría por Isaac, (Genesis 17:19,21; 21:12; 22:2).
Para que no quedara duda en la mente del patriarca, Dios le repite varias veces que la promesa de la descendencia mesiánica vendría por Isaac, (Genesis 17:19,21; 21:12; 22:2).
Entender el pacto abrahámico, nos ayuda a entender algunos ángulos del escenario mundial en nuestros días.
El llamado de Abraham se registra en Génesis 12:1-3. Se puede notar que Dios le hace varias promesas: Haría de él una gran nación, lo bendeciría, lo exaltaría para ayudar a otros, lo defendería de quienes procuraran su mal, le haría bien a quienes facilitaran su bienestar y todas las naciones de la Tierra serían benditas en él.
El llamado de Abraham se registra en Génesis 12:1-3. Se puede notar que Dios le hace varias promesas: Haría de él una gran nación, lo bendeciría, lo exaltaría para ayudar a otros, lo defendería de quienes procuraran su mal, le haría bien a quienes facilitaran su bienestar y todas las naciones de la Tierra serían benditas en él.
En Génesis 15 se describe formalmente el pacto de Dios con Abraham. Se hace especial énfasis sobre la promesa de la tierra y su extensión territorial: Desde el río Nilo hasta el río Eufrates. (v.18-21)
En Génesis 17:9-14, Dios establece el rito de la circuncisión como señal del pacto. Todos los varones de la descendencia de Abraham tenían que ser circuncidados y, por lo tanto, llevaban consigo una marca permanente en su carne, indicando que formaban parte de la bendición física de Dios en el mundo. Cualquier descendiente de Abraham que rechazaba la circuncisión, estaba declarando a sí mismo que no formaba parte del pacto de Dios; esto explica por qué Dios se enojó con Moisés cuando éste no quiso circuncidar a su hijo, (Éxodo 4:24-26).
Dios prepararía un pueblo especial para sí mismo, de la descendencia del patriarca y a través de ese pueblo, Dios bendeciría a todas las naciones.
El pacto abrahámico es básico para entender el concepto del reino de Dios en el mundo. Fijémonos que Dios nunca le prometió a Abraham que su descendencia, la nación de Israel, serian arrebatados al cielo como Iglesia, ni que serian resucitados con cuerpos glorificados, ni que administrarían un reino espiritual; porque la Iglesia corre en otro plan, aunque compartimos promesas y se desarrolla paralelamente, a partir de su nacimiento, el día de Pentecostés. Israel avanza hacia el cumplimiento de promesas terrenales.
El pacto abrahámico posee unas cualidades especiales:
1. Es un pacto incondicional- Su cumplimiento descansa sobre el poder y la fidelidad de Dios, sin importar los errores de los hombres.
2. Es un pacto literal en el que se deben entender las promesas literalmente. La tierra que se promete, se debe entender en una definición normal de la palabra, no es una figura del cielo.
3. También es un pacto eterno. Las promesas que Dios hizo a Israel son eternas.
El pacto abrahámico posee unas cualidades especiales:
1. Es un pacto incondicional- Su cumplimiento descansa sobre el poder y la fidelidad de Dios, sin importar los errores de los hombres.
2. Es un pacto literal en el que se deben entender las promesas literalmente. La tierra que se promete, se debe entender en una definición normal de la palabra, no es una figura del cielo.
3. También es un pacto eterno. Las promesas que Dios hizo a Israel son eternas.
Contiene tres promesas esenciales dentro del pacto:
1. La promesa de la tierra (Génesis 12:1)- Dios llamó a Abraham de Ur de los Caldeos a una tierra que él le daría (Génesis 12:1). Esta promesa se reitera en Génesis 13:14-18; sus dimensiones son dadas en Génesis 15:18-21 (descartando cualquier noción de que esto se cumple en el cielo). El aspecto de la tierra en el pacto abrahámico se amplía en Deuteronomio 30:1-10, (Pacto Palestino).
2. La promesa de la descendencia (Génesis 12:2)- Dios le prometió a Abraham que haría de él una gran nación. Siendo Abraham de 75 años de edad y sin hijos, ya que su esposa era estéril, se le prometió muchos descendientes (Génesis 12:4). Esta promesa se amplía en Génesis 17:6, donde Dios prometió que naciones y reyes saldrían del anciano patriarca. Esta promesa se expandió en el pacto davídico (2 Samuel 7:12-16).
3. La promesa de la bendición y la redención (Génesis 12:3). Dios prometió bendecir a Abraham y a las familias de la tierra a través de él. Esta promesa se amplía en el Nuevo Pacto (Jeremías 31:31-34; cf. Hebreos 8:6-13) y tiene que ver con la bendición espiritual y la redención de Israel. Jeremías 31:34 anticipa el perdón por los pecados. La naturaleza eterna e incondicional del pacto se ve en que el pacto fue reafirmado a Isaac (Génesis 21:12; 26:3-4). Las promesas dichas en tiempo futuro, tales como "te bendeciré", sugieren nuevamente el aspecto incondicional del pacto. Luego, el pacto se le confirmó a Jacob (Génesis 28:14-15). Es de destacar que Dios reafirmó estas promesas en medio de los pecados de los patriarcas, hecho que pone aún más de relieve el carácter incondicional del pacto abrahámico.
Las promesas de Dios a Abraham se han cumplido literalmente a través de la historia. En el aspecto personal lo bendijo, le hizo prosperar en todas las empresas que se propuso realizar, tuvo el respeto y el apoyo de reyes, entre ellos el famoso rey Hamurabbi.
En cuanto a la descendencia, fue el progenitor de la gran nación de Israel y la cuna del Mesías Jesucristo, la simiente de Abraham, (Gálatas 3:16), en quien son benditas todas las naciones de la tierra.
Sobre la promesa de la tierra, Israel la poseyó en su totalidad durante el tiempo de Josué (Josué 21:43) y durante el reinado de Salomón (2 Crónicas 9:25-28), pero a causa de la desobediencia, no la retuvieron permanentemente. Queda un cumplimiento futuro donde Israel poseerá su tierra para siempre, bajo el reinado eterno del Mesías, (Ezequiel 20:33-37; 36:1-37:28; 40-42).
3. La promesa de la bendición y la redención (Génesis 12:3). Dios prometió bendecir a Abraham y a las familias de la tierra a través de él. Esta promesa se amplía en el Nuevo Pacto (Jeremías 31:31-34; cf. Hebreos 8:6-13) y tiene que ver con la bendición espiritual y la redención de Israel. Jeremías 31:34 anticipa el perdón por los pecados. La naturaleza eterna e incondicional del pacto se ve en que el pacto fue reafirmado a Isaac (Génesis 21:12; 26:3-4). Las promesas dichas en tiempo futuro, tales como "te bendeciré", sugieren nuevamente el aspecto incondicional del pacto. Luego, el pacto se le confirmó a Jacob (Génesis 28:14-15). Es de destacar que Dios reafirmó estas promesas en medio de los pecados de los patriarcas, hecho que pone aún más de relieve el carácter incondicional del pacto abrahámico.
Las promesas de Dios a Abraham se han cumplido literalmente a través de la historia. En el aspecto personal lo bendijo, le hizo prosperar en todas las empresas que se propuso realizar, tuvo el respeto y el apoyo de reyes, entre ellos el famoso rey Hamurabbi.
En cuanto a la descendencia, fue el progenitor de la gran nación de Israel y la cuna del Mesías Jesucristo, la simiente de Abraham, (Gálatas 3:16), en quien son benditas todas las naciones de la tierra.
Sobre la promesa de la tierra, Israel la poseyó en su totalidad durante el tiempo de Josué (Josué 21:43) y durante el reinado de Salomón (2 Crónicas 9:25-28), pero a causa de la desobediencia, no la retuvieron permanentemente. Queda un cumplimiento futuro donde Israel poseerá su tierra para siempre, bajo el reinado eterno del Mesías, (Ezequiel 20:33-37; 36:1-37:28; 40-42).
Las profecías bíblicas anticipan un tiempo donde la nación de Israel se arrepentirá y recibirá el perdón de Dios, (Zacarías 12:10-14); aceptará a Jesús como su Salvador y Mesías. Será perdonada y restaurada (Romanos 11:25-27).
El pacto abrahámico encuentra su cumplimiento definitivo con el retorno del Mesías para rescatar y bendecir a su pueblo Israel. Es a través de la nación de Israel que Dios prometió bendecir a las naciones del mundo, (Genesis 12:1-3).
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