El Pacto Palestino: La Promesa de la Tierra
(Deuteronomio 30:1-10)
Este es el segundo de los pactos incondicionales y escatológicos que Dios realizό con la naciόn de Israel. Amplifica el aspecto de la tierra que fue detallado en el pacto Abrahámico. De acuerdo a los términos de este pacto, si el pueblo se rehusaba a caminar en obediencia a la ley de Dios, sería desterrado y esparcido por los cuatro ángulos de la tierra. Sin embargo, también se les prometió que el Señor obraría a través de circunstancias naturales y sobrenaturales para hacer volver el corazón de su pueblo a Él y reunirlos al final de los tiempos para traerlos de regreso a la tierra prometida, (Deuteronomio 30:1-10; Nehemías 1:8,9; Mateo 24:31).
Así como hay bendiciones por la obediencia, (Deuteronomio 28:1-14) también habría consecuencias por la desobediencia, ((Deuteronomio 28:15-68). Estas profecías se han cumplido con exactitud a través de la historia.
La primera vez que se registra el destierro de la nación fue en el año 720 aC. cuando el imperio asirio, bajo el mando de Salmanasar V y posteriormente con Sargón III, destruyeron el reino del norte y lo dispersaron por diferentes partes de sus territorios, (2 Reyes 18:9-12).
El reino del norte, cuya capital era Samaria, abarcaba las 10 tribus localizadas al norte de la nación, las cuales se desligaron de las dos tribus del sur (Judá y Benjamín), a raíz del desacuerdo en tiempos del rey Roboam, (1 Reyes 12:1-33).
Dichas tribus fueron emigrando hacia Europa, como el viento solano, (Oseas 12:1) y muchos estudiosos creen que se les conoció como los “sajones” (Sak Sunni o hijos de Isaac) y que fueron los fundadores de las naciones democráticas occidentales, como Inglaterra, Francia, Alemania, Dinamarca, Estados Unidos, Canadá, entre otras. Se asimilaron con otras culturas y para efecto de los sociólogos, desaparecieron en la historia. Sin embargo, Dios conoce el paradero de cada una y ha prometido reunirlas y traerlas de regreso a su tierra de origen, la que fue prometida en herencia a la nación de Israel, (Ezequiel 20:34-44).
El segundo destierro que se conoce de la nación, es cuando las dos tribus restantes fueron deportadas a Babilonia, por el rey Nabucodonosor, en el año 587 aC. (2 Reyes 24:1-25:30). La nación tuvo un largo cautiverio de 70 años, durante los cuales desarrollaron una nueva comprensión de Dios y fue curada permanentemente de la idolatría. Cumplidos los 70 años, el Señor obró a través del imperio persa para darles liberación, autorizar el retorno del pueblo judío a su patria y la reconstrucción del segundo templo. Esto se hizo en varias etapas, en tiempos del escriba Esdras, el sumo sacerdote Josué, el líder politico Zorobabel, el maestro de obra Nehemías y los profetas Hageo y Zacarías. Tomó cerca de 49 años, a partir del decreto de Artajerjes a Nehemias y el total restablecimiento de la nación a su patria, (Nehemías 2:1-10; Daniel 9:25).
El tercer destierro acontecido a la nación fue en el año 70 dC., cuando los ejércitos romanos, bajo el mando del general Tito Vespasiano, sitiaron a Jerusalén por dos años, para luego destruirla hasta los cimientos. Los judíos fueron dispersados por todos lados, emigrando en su mayoría hacia Europa, estableciéndose en Polonia y la península Ibérica (España y Portugal). La presencia judía se extendió hacia América, a través de la colonización (492 dC.), donde muchos llegaron por medio del clero romano, ya que se habían cristianizado para evitar la persecución de la iglesia católica.
Desde el año 70-1948 dC. los judíos tuvieron una larga diáspora; fueron perseguidos en muchas ocasiones, rechazados, expulsados de muchos países, como si fueran lo peor. Estaban viviendo las consecuencias de la desobediencia anunciadas en Deuteronomio 28:15-68. A pesar de eso, la bendición de Abraham los seguía; donde quiera que iban, prosperaban económicamente, convirtiéndose en grandes empresarios, siendo la envidia de sus detractores. Cabe señalar que las profecías dadas a Ezequiel presentan a la nación durante este tiempo, como un valle de huesos secos a quien Dios le da vida y lo establece como un gran ejército, sin embargo, no contempla su conversión hasta la segunda mitad del período de la tribulación,(Ezequiel 37:1-14).
A principios del siglo XX, después de la primera guerra mundial (1914) y la disolución del imperio Otomano, la tierra prometida pasó a manos de Inglaterra, dándose así los primeros indicios del retorno de los judíos a su patria. Se creó el movimiento Sionista para tales efectos; fué un proceso legal largo, pero mientras tanto, seguían llegando judíos de todo el mundo, conforme a las profecías.
Para el año 1939 llegó la segunda guerra mundial, uno de los periodos más funestos de la historia, especialmente para los judíos, quienes fueron llevados a campos de concentración para ser torturados y muertos cruelmente. Cerca de 6 millones murieron en lo que se conoció como el “holocausto nazi” (heb.“Shoá”, catástrofe), sin contar millones adicionales que murieron por diferentes razones. Esa fue la noche oscura que precedió al amanecer del nuevo estado de Israel en el año 1948. Después de esta guerra, Inglaterra acabó muy debilitada militarmente y junto a los Estados Unidos tramitaron la entrega de la tierra prometida (llamada Palestina desde el 135 dC.) a los judíos. Los ingleses entregaron oficialmente el dominio de Palestina el 14 de mayo de 1948; al día siguiente los judíos, liderados por David Ben Gurion, proclamaron el nuevo estado de Israel (15 de mayo de 1948).
Esto desencadenó la furia del mundo árabe (hijos de Ismael) y se produjeron varias guerras que parecía imposible que Israel ganara, pero la mano sobrenatural de Dios estuvo presente para darles la victoria y hacer cumplir las antiguas promesas a su pueblo. En el año 1968, Israel recupera el dominio de Jerusalén, de forma milagrosa, en “la guerra de los seis días”. Está victoria reafirmó el dominio de Israel y aunque siguen habiendo conflictos hasta el presente, el pueblo escogido mantiene su hegemonía en la región.
Sin embargo, esto no será todavía permanente, ya que la profecía anticipa un tiempo de angustia para la nación, (Jeremías 30:7; Daniel 12:1). Este tiempo será en la mitad del período de tribulación, cuando el anticristo rompa el falso pacto con ellos, (Daniel 9:27; Salmo 83; Mateo 24:15-22; Marcos 13:14-20; Apocalipsis 6:1,2).
La primera vez que se registra el destierro de la nación fue en el año 720 aC. cuando el imperio asirio, bajo el mando de Salmanasar V y posteriormente con Sargón III, destruyeron el reino del norte y lo dispersaron por diferentes partes de sus territorios, (2 Reyes 18:9-12).
El reino del norte, cuya capital era Samaria, abarcaba las 10 tribus localizadas al norte de la nación, las cuales se desligaron de las dos tribus del sur (Judá y Benjamín), a raíz del desacuerdo en tiempos del rey Roboam, (1 Reyes 12:1-33).
Dichas tribus fueron emigrando hacia Europa, como el viento solano, (Oseas 12:1) y muchos estudiosos creen que se les conoció como los “sajones” (Sak Sunni o hijos de Isaac) y que fueron los fundadores de las naciones democráticas occidentales, como Inglaterra, Francia, Alemania, Dinamarca, Estados Unidos, Canadá, entre otras. Se asimilaron con otras culturas y para efecto de los sociólogos, desaparecieron en la historia. Sin embargo, Dios conoce el paradero de cada una y ha prometido reunirlas y traerlas de regreso a su tierra de origen, la que fue prometida en herencia a la nación de Israel, (Ezequiel 20:34-44).
El segundo destierro que se conoce de la nación, es cuando las dos tribus restantes fueron deportadas a Babilonia, por el rey Nabucodonosor, en el año 587 aC. (2 Reyes 24:1-25:30). La nación tuvo un largo cautiverio de 70 años, durante los cuales desarrollaron una nueva comprensión de Dios y fue curada permanentemente de la idolatría. Cumplidos los 70 años, el Señor obró a través del imperio persa para darles liberación, autorizar el retorno del pueblo judío a su patria y la reconstrucción del segundo templo. Esto se hizo en varias etapas, en tiempos del escriba Esdras, el sumo sacerdote Josué, el líder politico Zorobabel, el maestro de obra Nehemías y los profetas Hageo y Zacarías. Tomó cerca de 49 años, a partir del decreto de Artajerjes a Nehemias y el total restablecimiento de la nación a su patria, (Nehemías 2:1-10; Daniel 9:25).
El tercer destierro acontecido a la nación fue en el año 70 dC., cuando los ejércitos romanos, bajo el mando del general Tito Vespasiano, sitiaron a Jerusalén por dos años, para luego destruirla hasta los cimientos. Los judíos fueron dispersados por todos lados, emigrando en su mayoría hacia Europa, estableciéndose en Polonia y la península Ibérica (España y Portugal). La presencia judía se extendió hacia América, a través de la colonización (492 dC.), donde muchos llegaron por medio del clero romano, ya que se habían cristianizado para evitar la persecución de la iglesia católica.
Desde el año 70-1948 dC. los judíos tuvieron una larga diáspora; fueron perseguidos en muchas ocasiones, rechazados, expulsados de muchos países, como si fueran lo peor. Estaban viviendo las consecuencias de la desobediencia anunciadas en Deuteronomio 28:15-68. A pesar de eso, la bendición de Abraham los seguía; donde quiera que iban, prosperaban económicamente, convirtiéndose en grandes empresarios, siendo la envidia de sus detractores. Cabe señalar que las profecías dadas a Ezequiel presentan a la nación durante este tiempo, como un valle de huesos secos a quien Dios le da vida y lo establece como un gran ejército, sin embargo, no contempla su conversión hasta la segunda mitad del período de la tribulación,(Ezequiel 37:1-14).
A principios del siglo XX, después de la primera guerra mundial (1914) y la disolución del imperio Otomano, la tierra prometida pasó a manos de Inglaterra, dándose así los primeros indicios del retorno de los judíos a su patria. Se creó el movimiento Sionista para tales efectos; fué un proceso legal largo, pero mientras tanto, seguían llegando judíos de todo el mundo, conforme a las profecías.
Para el año 1939 llegó la segunda guerra mundial, uno de los periodos más funestos de la historia, especialmente para los judíos, quienes fueron llevados a campos de concentración para ser torturados y muertos cruelmente. Cerca de 6 millones murieron en lo que se conoció como el “holocausto nazi” (heb.“Shoá”, catástrofe), sin contar millones adicionales que murieron por diferentes razones. Esa fue la noche oscura que precedió al amanecer del nuevo estado de Israel en el año 1948. Después de esta guerra, Inglaterra acabó muy debilitada militarmente y junto a los Estados Unidos tramitaron la entrega de la tierra prometida (llamada Palestina desde el 135 dC.) a los judíos. Los ingleses entregaron oficialmente el dominio de Palestina el 14 de mayo de 1948; al día siguiente los judíos, liderados por David Ben Gurion, proclamaron el nuevo estado de Israel (15 de mayo de 1948).
Esto desencadenó la furia del mundo árabe (hijos de Ismael) y se produjeron varias guerras que parecía imposible que Israel ganara, pero la mano sobrenatural de Dios estuvo presente para darles la victoria y hacer cumplir las antiguas promesas a su pueblo. En el año 1968, Israel recupera el dominio de Jerusalén, de forma milagrosa, en “la guerra de los seis días”. Está victoria reafirmó el dominio de Israel y aunque siguen habiendo conflictos hasta el presente, el pueblo escogido mantiene su hegemonía en la región.
Sin embargo, esto no será todavía permanente, ya que la profecía anticipa un tiempo de angustia para la nación, (Jeremías 30:7; Daniel 12:1). Este tiempo será en la mitad del período de tribulación, cuando el anticristo rompa el falso pacto con ellos, (Daniel 9:27; Salmo 83; Mateo 24:15-22; Marcos 13:14-20; Apocalipsis 6:1,2).
Este acuerdo engañoso se ha intentado hacer varias veces, pero ha fracasado, porque todavía no es el tiempo. Se han hecho avances parciales a través de los años; a continuación una breve cronología de estos intentos:
Los países árabes, los pueblos europeos, las naciones orientales, con el anticristo como negociador, concretarán con el pueblo judío un pacto que les garantice protección de sus enemigos, título de propiedad de la tierra Palestina, reconstrucción del tercer templo, apoyo financiero y militar, a cambio del total desarme militar del pueblo judío, (Salmo 83). La idea será hacerlos descansar en una falsa paz y seguridad, (1 Tesalonicenses 5:3) y coordinar un ataque masivo liderado por Rusia, Alemania, Irán, Turquía y Etiopía, (Ezequiel 38 y 39). Se describe que Dios peleará de forma sobrenatural contra esa coalición de miles de soldados que intentará aplastar cobardemente a un Israel desarmado, incapaz de defenderse por sí mismo. Quedarán destruidos por la mano directa del Señor sobre los montes de Israel y esto será una gran señal para el pueblo escogido y las demás naciones del mundo. Sabrán que todavía Jehová, el Dios de Israel, está vivo y pelea por su pueblo; muchos se volverán a Él. Esta poderosa intervención divina provocará la ira de las naciones envueltas en el falso pacto. Los países árabes le reclamarán al gobierno del anticristo por el fracaso de la conspiración y lo atacarán en su territorio, provocando una respuesta fulminante que los neutralizará, (Daniel 11:40).
Seguidamente, el anticristo profanará el templo de Dios en Jerusalén y perseguirá cruelmente a los que se le opongan, (Daniel 11:44,45 compare con Mateo 24:15-22). Se proclamará a sí mismo Dios y exigirá la adoración de todos, (2 Tesalonicenses 2:4). Será en medio de esta despiadada persecución que muchos en Israel abrirán sus ojos a la realidad y huirán a los montes, se esconderán en las cuevas de Cisjordania (Daniel 11:41) y clamarán de todo corazón por la salvación del verdadero Mesías; será entonces que se derramará sobre ellos el Espíritu de gracia y de oración, recibiendo la revelación del verdadero Mesías, Jesucristo. En medio de profundo llanto y arrepentimiento, se volverán a Dios (Zacarías 12:10).
Las Escrituras anticipan que no todos los israelitas lograrán resistir la gran presión del gobierno del anticristo y se entregarán, recibiendo la marca de la bestia, alejándose del Señor para siempre. Jesús lo ilustró en la parábola de las diez vírgenes; éstas no son la Iglesia, sino el remanente sobreviviente de la nación hebrea que clamaran a Dios por la promesa del advenimiento del Mesías. Los que se vuelven al Señor se les llama “vírgenes prudentes” y serán como las damas de honor cuando Jesús regrese con su Iglesia a establecer su reino universal y teocrático, (Mateo 25:1-13, compare con Mateo 8:11,12; Romanos 2:17-29; Apocalipsis 14:9-11). Hablaremos con más detalle sobre esto en futuras publicaciones.
- Acuerdo de paz entre Israel y Egipto, el 17 de septiembre del año 1978; en esta ocasión Israel le devolvió a Egipto la península del Sinaí conquistada desde 1967.
- Otro acuerdo significativo fué la Conferencia de Madrid, del 30 de octubre al 3 de noviembre del año 1991; en ésta se acuñó por primera vez el término “paz por territorios”.
- El 13 de septiembre de 1993 se dió el primer acuerdo importante derivado de las conversaciones secretas de Oslo. Se firmó en Washington bajo el patrocinio de Bill Clinton; se le llamó la Declaración de Principios y se hizo entre las partes litigantes, Isaac Rabin (Israel) y Yasser Arafat (OLP). Israel concedió autonomía a Gaza y a Jericó a cambio de la paz que nunca llegó. El 25 de febrero de 1994 se estancó el proceso de paz a causa de un colono judío que mató a treinta palestinos en Hebrón.
- El 28 de septiembre de 1995 se trabajó el segundo acuerdo para ampliar la autonomía de Cisjordania, entre Rabin y Arafat (Oslo II o Tratado de Taba). Dos meses mas tarde Rabin es asesinado por un radical judío.
- El 15 de enero de 1997 el nuevo primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu y Yasser Arafat firman el acuerdo para la retirada de Israel de Hebrón.
- El 15 de agosto de 2005 Ariel Sharon pone en marcha su plan de desconexión para desmantelar los asentamientos en Gaza. En el 2006 cayó en estado de coma profundo, hasta que murió en el año 2014.
- En septiembre de 2009, el nuevo presidente Barack Obama y Benjamín Netanyahu deciden reanudar la conversaciones; éstas fracasaron menos de un año después, porque Israel decidió reanudar la construcción de viviendas en Jerusalén este.
- El 29 de julio de 2013 hubo un nuevo intento de paz en Washington y otra nueva ronda negociadora el 20 de agosto, en Jerusalén, pero 6 días después se paralizaron las negociaciones por la muerte de tres palestinos.
- Recientemente el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, movió la embajada estadounidense para Jerusalén y reiteró su total apoyo a la nación hebrea. Esto causó mucho descontento en el mundo árabe.
Los países árabes, los pueblos europeos, las naciones orientales, con el anticristo como negociador, concretarán con el pueblo judío un pacto que les garantice protección de sus enemigos, título de propiedad de la tierra Palestina, reconstrucción del tercer templo, apoyo financiero y militar, a cambio del total desarme militar del pueblo judío, (Salmo 83). La idea será hacerlos descansar en una falsa paz y seguridad, (1 Tesalonicenses 5:3) y coordinar un ataque masivo liderado por Rusia, Alemania, Irán, Turquía y Etiopía, (Ezequiel 38 y 39). Se describe que Dios peleará de forma sobrenatural contra esa coalición de miles de soldados que intentará aplastar cobardemente a un Israel desarmado, incapaz de defenderse por sí mismo. Quedarán destruidos por la mano directa del Señor sobre los montes de Israel y esto será una gran señal para el pueblo escogido y las demás naciones del mundo. Sabrán que todavía Jehová, el Dios de Israel, está vivo y pelea por su pueblo; muchos se volverán a Él. Esta poderosa intervención divina provocará la ira de las naciones envueltas en el falso pacto. Los países árabes le reclamarán al gobierno del anticristo por el fracaso de la conspiración y lo atacarán en su territorio, provocando una respuesta fulminante que los neutralizará, (Daniel 11:40).
Seguidamente, el anticristo profanará el templo de Dios en Jerusalén y perseguirá cruelmente a los que se le opongan, (Daniel 11:44,45 compare con Mateo 24:15-22). Se proclamará a sí mismo Dios y exigirá la adoración de todos, (2 Tesalonicenses 2:4). Será en medio de esta despiadada persecución que muchos en Israel abrirán sus ojos a la realidad y huirán a los montes, se esconderán en las cuevas de Cisjordania (Daniel 11:41) y clamarán de todo corazón por la salvación del verdadero Mesías; será entonces que se derramará sobre ellos el Espíritu de gracia y de oración, recibiendo la revelación del verdadero Mesías, Jesucristo. En medio de profundo llanto y arrepentimiento, se volverán a Dios (Zacarías 12:10).
Las Escrituras anticipan que no todos los israelitas lograrán resistir la gran presión del gobierno del anticristo y se entregarán, recibiendo la marca de la bestia, alejándose del Señor para siempre. Jesús lo ilustró en la parábola de las diez vírgenes; éstas no son la Iglesia, sino el remanente sobreviviente de la nación hebrea que clamaran a Dios por la promesa del advenimiento del Mesías. Los que se vuelven al Señor se les llama “vírgenes prudentes” y serán como las damas de honor cuando Jesús regrese con su Iglesia a establecer su reino universal y teocrático, (Mateo 25:1-13, compare con Mateo 8:11,12; Romanos 2:17-29; Apocalipsis 14:9-11). Hablaremos con más detalle sobre esto en futuras publicaciones.