¿Gobierno Mundial o Resurrección del Imperio Romano? (Parte 1)
En la actualidad estamos viendo el fiel cumplimiento de muchas profecías que Dios ha hablado desde la antigüedad a través de sus siervos los profetas. Una de las revelaciones más inquietantes que tenemos delante es el establecimiento del Nuevo Orden Mundial y los cambios que esto representa para la vida de todos los habitantes de la Tierra. Este es un sistema que pretende unir todas las operaciones de la vida cotidiana de las personas bajo un centro de comando (globalización). El comercio, la religión y la política quedarían sujetos a un sistema de control diseñado con inteligencia artificial, manejado por una élite que controlaría las reglas y los procedimientos en cada uno de ellos. Se habla de cambios en las leyes de herencia, el modelo tradicional de la familia, las transacciones comerciales, en la forma de predicar sobre Dios, control de la natalidad, reducción en la población mundial, entre otros. Es un gobierno que reúne elementos marxistas combinados con fascismo y procura imponerse de manera obligatoria.
Pero, ¿de dónde vienen estas ideas y porqué las quieren implementar? En un mundo que Dios ha creado con el propósito de que todos podamos vivir en armonía con las leyes divinas, disfrutar de los recursos necesarios para nuestra supervivencia y utilizarlos de manera justa para todos, ¿cuál es la necesidad de acaparar e imponerse sobre los demás?
“¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas.” (Salmo 2:1-3)
Estas ideas no son modernas, vienen desde los albores de la humanidad donde un sector llamado los “Nephilim” acaparaban los recursos y dominaban sobre los demás en todas las áreas de la sociedad. Se decía que eran varones de renombre, valientes de la antigüedad que lograron intimidar a los demás, haciéndoles creer que ellos eran los únicos que podían administrar y dar seguridad en el mundo. No eran gigantes de altura, sino de influencia,
“Había gigantes (Nephilim) en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.” (Génesis 6:4)
Los Nephilim, cuyo nombre significa: “Los caídos”, fueron siempre rebeldes hacia Dios, pensaban que el ser humano es capaz de lograr un futuro de éxito sin depender del Creador. Profesando ser libres pensadores, Satanás los engañó con el mismo argumento que engañó a Eva en el Edén,
“... ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Génesis 3:1-5)
Lo que Satanás no les explicó fue que Dios conoce el bien y el mal, pero no es afectado por ello, sin embargo la desobediencia de la primera pareja ocasionó que tanto ellos como toda la raza humana perdiéramos la relación con el Creador y cayéramos en muerte espiritual. De la misma manera las personas que intentan establecer sus propias reglas sin tomar en cuenta la soberana voluntad de Dios caen en endurecimiento espiritual y se encaminan hacia la perdición eterna,
“Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” (Romanos 1:28-32)
Dentro de las muchas actitudes que se generan en la vida de este tipo de persona, está el deseo de imponer su voluntad y forma de vida a todos, llegando a considerar enemigos a los que no estén de acuerdo con ellos. Este insaciable deseo de dominio ha corrido por miles de años, en muchísimos reyes, gobernantes y líderes a través de muchos imperios y gobiernos hasta nuestros días. Esto ha sido motivo de abusos, crímenes, atropellos e injusticias, mayormente contra las clases pobres.
Las escrituras proféticas nos hablan de un imperio singular en la historia, caracterizado por su crueldad y capacidad de engañar a la humanidad; nos referimos al Imperio Romano. Es un reino dual porque abarca tanto el aspecto político como religioso.
En el aspecto político hereda toda la semilla de rebelión que se originó en la Torre de Babel con su nefasto líder, el Nephilim Nimrod. La arrogancia de querer acaparar todos los recursos del planeta, uniendo a la humanidad en una provocación abierta contra el Creador. (Génesis 11:1-9)
Su aspecto religioso tuvo sus comienzos con la legalización del Cristianismo en el Imperio Romano bajo el gobierno de Constantino en el año 313 dC. Este es un hecho histórico, pero profetizado por Jesús en la parábola de la mujer y la levadura,
“Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.” (Mateo 13:33)
Así como la levadura se esparce y fermenta la masa de harina, la corrupción doctrinal se apoderó de la iglesia cristiana después de Constantino. Asimilaron las creencias del paganismo, cambiando los nombres de sus deidades por nombres bíblicos con la intención de atraer a sus adeptos al Cristianismo. El resultado fue un sincretismo de ideas religiosas combinadas con una sed insaciable de poder. A través de los siglos han hecho alianzas y concordatos con muchos gobiernos con el propósito de establecerse como la única iglesia. Esto les ha permitido estar a la par con los reyes y en muchos momentos dictaminaron leyes que condujeron a la muerte a millones de inocentes, utilizando las más crueles torturas,
“Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro…” (Apocalipsis 17:6)
Continuaremos…